familia monoparental, diversidad familiar y adopción

Decir que no

«Hay veces que las decisiones importantes consisten en saber y poder decir «no».

(Esto lo dice Xavier Sardà en su último libro, «Mierda de infancia», que recomiendo de la primera línea a la última. Empieza con la muerte de su madre, a los 8 años, y termina con la de su hermano pequeño, a los 30, y es un retrato de una época muy cercana… quizás mucho más de lo que hemos pensado estos últimos años).

Decir no ha sido uno de los aprendizajes más difíciles en mi vida. No sé si es porque necesito quedar bien, porque me dan miedo los enfrentamientos, porque lo quiero todo, porque necesito que me quieran… el caso es que me cuesta un mundo decir que no.

Y sin embargo, las mejores decisiones de mi vida han sido precisamente «noes».

1998

Un 12 de octubre en el que trabajé, a pesar de ser festivo. Y cuando regresaba a casa, me senté en un banco, en medio de una gran avenida, uno de los lugares más inhóspitos de la ciudad, pensando: no quiero regresar a casa.

Me pareció tan triste, no querer volver a casa, que sentada en aquel banco, encontré la fuerza para materializar una decisión a la que llevaba dándole vueltas muchas semanas.

Llegué a casa… y me puse a planchar.

Y C. se me acercó y me preguntó si me pasaba algo… y le dije que sí. Que quería dejarlo.

Fue durísimo, verle llorar. Pero mucho menos duro, mucho menos doloroso, de lo que había anticipado. Mucho más fácil.

2000

Sobre el papel, tenía el trabajo que cualquiera habría soñado.

Trabajo fijo, bien pagado, con un buen horario, en una empresa de prestigio, con perspectivas de futuro.

Y me despertaba todos los sábados llorando.

Amargada, estresada, agobiada, anulada, hundida. Con ganas de huir de allí.

Uno de esos sábados, decidí que, pasara lo que pasara, en junio me marchaba de allí.

Y respiré.

Y entonces me llamaron para ofrecerme otro trabajo, en una empresa que empezaba, sólo para 2’5 meses, todas las horas del día.

Si tú me dices ven, lo dejo todo.

2005

Recibí un mail de mi madre en el que me decía que tenía la sensación de que no me apetecía mucho verla.

Y en vez de huir, en vez de hacer ver que no la entendía, decidí contestar. Y contestar la verdad. Explicarle que, efectivamente, no quería verla; pero que esta no era su pregunta: que su pregunta era por qué. Y que también iba a contestarla.

Este mail abrió la caja de los truenos, claro. Y terminó con una de las decisiones más difíciles de mi vida. Y de las más liberadoras.

Decir que no.

Comentarios en: "Decir que no" (8)

  1. ¡Que razón tienes madre de marte!,pero que trabajo cuesta decirlo.
    A mi me pasa una cosa parecida, creo que me gusta quedar bien con todo el mundo, aunque sé que es imposible.
    Leí en una de esas frases lapidarias que corren en el face book, algo así como: «Si alguien desaparece de tu vida o dejas de saber de él, es porque el papel que tenía en tu vida, terminó» bueno era mucho más bonita, pero venía a decir eso, que no hay que aferrarse a cosas que sabemos que no son beneficiosas para nosotros, que hay que romper…, Lo he hecho tambien en alguna ocasión, y la sensación del despues es de liberación total y casi siempre de alegría.
    Tendría que hacerlo más a menudo…, sino fuera porque me da mucho miedo.

  2. A mi también me cuesta decir «no»… y últimamente metida en todo mi jaleo de inseminaciones y fecundaciones in vitro lo estoy haciendo muy a menudo. Y al final te das cuenta que esos «no» alejan a gente que no tienes interés en mantener como compañeros de trabajo o amigos y que, sin embargo, te acercan mucho más a los amigos de verdad, a los que aceptan tu «no» y es más hasta lo aplauden porque saben que estas siendo tú misma y eso es lo que quieren, que te liberes y seas más féliz.
    Yo nunca he tomado decisiones tan dificiles como las tuyas; por las mismas se nota que eres una persona fuerte y decidida. Qué suerte tiene tu entorno y amigos y sobre todo tus peques… Felicidades!

    • Gracias, se nota que no me conoces… no me merezo tantos piropos. Me limito a hacer lo que puedo, como todos. Y la entrada de hoy me ha hecho pensar que más lastre tendría que echar!!

  3. ¡Enhorabuena ¡ Te felicito de corazón. Ser capaz de decir unos NOes de frente, tan fuertes, es algo más que enfrentar una situación, para mi es saber escucharse a uno mismo, respetarse, es dignidad… SER uno mismo…. y es tan tan dificil no perderse, olvidsrse de uno mismo o venderse, aveces por una sonrisa…

  4. Yo tengo la suerte de ser de las que no tiene dificultad para decir no. Me cuesta más el trabajo de decidir que de decir que NO. NO a una vida que no te llena, NO a un trabajo que no te hace feliz, NO a personas que te arrastran hacia donde no quieres ir. Grandes decisiones en momentos oportunos. He pasado por tus mismas fases… Ese NO es un SÍ a la vida. Ese NO es un SÍ a continuar creciendo. Besotes

  5. A mí me parece muy valiente, y no tiene porqué ser dificultad a la hora de decir NO, sino saber elegir los NOES, que es distinto.

    • Yo estoy con Marta… para no saber decir que no, aparentemente escoges muy bien dónde colocas los pocos que dices 😉
      ¡Menudo post más inspirador!

      • Creo que, después de decidir tener hijos… ¡¡son las mejores decisiones de mi vida!! y de hecho, empedraron el camino que me llevó hasta mis hijos.

        Acabo de llegar de comer con un compañero de trabajo que el viernes dijo «no». Dijo no a una relación de 5 años (es un chico muy joven y ha durado prácticamente toda su vida adulta), aparentemente consolidada, feliz, en el momento en el que estaban a punto de dar el paso de irse a vivir juntos. Está buscando piso para irse a vivir solo… Hablar con él me ha hecho revisitar el momento en el que yo pasé por lo mismo… no sé si le habré ayudado mucho… pero sí estoy convencida de que dentro de un año, esta decisión y todo lo que viene detrás habrá producido en él cambios fundamentales.

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