El día 3 de marzo de 1996 Aznar ganó las elecciones.
Yo llevaba varios meses buscando trabajo, echando currículums, arañando algo de dinero en clases y canguros, siempre insuficientes; V. incluso me llevó a l’Església del Pi a poner una vela a San Pancracio, el de la Salud y el Trabajo. Y yo no podía dejar de pensar que todo estaría parado hasta las elecciones, que no encontraría trabajo hasta que pasara esa fecha.
Recuerdo a Aznar levantando la mano junto a Ana Botella en el balcón de Génova 13, la decepción, el hartazgo.
El día 4 de marzo, C. me llamó.
El día de 5 me reuní con J.
El día 6 empecé a trabajar.
Y hasta hoy he seguido en el mismo equipo.
¡En estos 25 años nos han pasado tantas cosas! Ha habido divorcios y parejas nuevas, han ido llegando criaturas, ha habido muertes – ninguna tan desgarradora como la de Valentina, hace 18 años; esta primavera habría cumplido 21-, enfermedades, despidos, proyectos nuevos, ilusiones, duelos, despedidas, compañeros nuevos, historias que contar, y el equipo se ha ido convirtiendo en una familia.
También el mundo ha cambiado en estos 25 años. Menos de lo que querríamos, claro: lo queremos todo, y lo queremos ahora, pero más de lo que creemos si no nos paramos a echar la vista atrás y vemos que tantas cosas que nos parecían imposibles ahora las damos por sentadas.
También el 8 de marzo ha cambiado: de ser una lucha minoritaria y casi clandestina se ha convertido en un movimiento mainstream, y esto ha traído muchos avances y también cierta banalización.
Se nos olvida que lo que celebramos hoy es el Día de la Mujer Trabajadora, y que lo que conmemoramos es la muerte de decenas de obreras encerradas en una fábrica luchando por ser un poco menos desiguales.
Siempre que llega esta fecha pienso que para no perder el norte, hay que volver a las clásicas:
Feminismo es la idea radical de que las mujeres somos personas (Angela Davis)
No sé lo que es el feminismo: solo sé que la gente me llama feminista cada vez que expreso una emoción que me diferencia de un felpudo (Rebeca West)
Porque todas las comidas han sido cocinadas, los platos y tazas lavados; las criaturas enviadas a la escuela y arrojadas al mundo. Nada queda de todo esto: todo desaparece. Ninguna biografía, ni historia, tiene una palabra que decir acerca de ello (Virginia Woolf).