familia monoparental, diversidad familiar y adopción

¿Dónde está mi tribu?

 Hace algún tiempo, debatimos en el blog sobre la guerra entre dos modelos de crianza opuestos, la que libran los «gonzalistas» contra los «estivillistas». Entonces, les decía que yo me encontraba «en tierra de nadie, claro. Como decía mi hermana hace algún tiempo, «si hubiera una guerra civil, yo lo llevaría fatal: me dispararían desde los dos bandos».

Se acaba de publicar un libro llamado ‘¿Dónde está mi tribu? Maternidad y crianza en una sociedad individualista’, escrito por Carolina del Olmo. No conozco a la autora ni he leído el libro, pero la información que me ha llegado les sitúa a ambos en esta posición periférica en la que me encuentro yo… Ella misma dice: «la gente puede estar en contra o a favor de lo que digo en el libro, pero no creo que se puedan sentir ofendidos en el sentido en el que a mí me ofenden los expertos muchas veces». Parece una buena tarjeta de presentación.

El otro día leí una entrevista con Carolina del Olmo y creo que tiene una serie de conceptos muy interesantes para que reflexionemos, aunque algunos ya han salido, a veces de forma colateral y otras más céntrica, en este blog:

 Sobre la expertización de la parentalidad:

 Aunque siempre sacas información práctica relevante, los efectos son bastante perniciosos, en mi opinión. En el caso de los libros me parece evidente que ese conocimiento que no tienes y que procede de un libro en lugar de tu entorno más cercano, hermanas, primas, vecinas, madres, suegras, tías, hace que sea inútil sólo por venirte en un libro. Porque para empezar el experto siempre es experto, te deja a ti en situación de ignorante, mera receptora pasiva de conocimiento. Luego, siempre hay experto y contraexperto en una corriente y otra, y eso genera ansiedad. Y por último, la forma del experto de transmitir su conocimiento suele ser dogmática, ciega o insensible a los diferentes contextos y a las circunstancias en las que tú crías a tu hijo. El balance que arroja el leer esos consejos tan desgajados de tu realidad hace que sientas culpa e inseguridad.

 Sobre el tiempo de calidad o en cantidad:

 Carlos González, que dentro de la corriente de apego me parece el más sensato, dice que lo que necesitan nuestros hijos es tiempo: dadles tiempo, como si dependiera de nuestra elección el tener tiempo, como si no tuviéramos que trabajar las horas que nos marcan y nos obligan. Quizás está dirigiéndose a ese sector minoritario que podría tener un horario de trabajo de ocho horas y elige uno de doce para trepar, digamos, en un bufete de abogados hipercompetitivo; personas con la que yo, al menos ideológicamente, no comparto nada. Pero no lo dice. No dice ‘eh, yuppies del mundo, esto va para vosotros’. Él se dirige a la sociedad en general. En cambio, el tema del dinero y el trabajo es absolutamente central y no aparece, no está por ningún lado. Y si sale, siempre es para decirte que no te importe. Que si tienes que volver al trabajo después de 16 semanas y trabajar un montón, bueno, pues que no te agobies: sacaleches, teta a demanda por la noche, colecho (que el niño duerma en la cama de los padres) y mucho cariño mientras estás en casa. Lo siento, al menos hay que ofrecer una herramienta que te invite a pensar que es intolerable que tengas que volver al trabajo después de 16 semanas y que tengas que vivir atada a un sacaleches. No sé comprende cómo un experto que te da consejos obvia estos detalles, porque de alguna forma deberían quedar reflejados.

 (…)

 A mí es la perspectiva que me falta en la crianza, no la del todo está bien, estas son las condiciones y apáñate poniendo parchecitos. Por ejemplo, cada vez leo más opiniones en contra de las guarderías con ciertos argumentos con los que me puedo sentir identificada y te dices, bueno, están en contra de las guarderías… Pero que reivindiquen también unas bajas maternales y paternales más largas, que se haga algo. Al final, muchas veces la única opción es dejar a tu hijo en la guardería y además te sientes culpable por ello.

 Sobre la crianza en tribu:

 Lo que nos falta es una corriente socializadora para resocializar la maternidad. Una lucha contra la individualización del problema. El problema no es tuyo, no es de cada una de las madres o de cada uno de los padres que está en casa agobiado con su bebé, el problema es de todos. Es social y hace falta una perspectiva que tenga en cuenta todo el marco y que no te psicologice ni te biologice el problema, ni te hable de hormonas, ni te hable de apego y crianza segura encerrada en tu casa.

 

Sobre las políticas de conciliación:

 Lo que me fastidia de las políticas sectoriales de conciliación y maternidad es que no tienen en cuenta el trabajo que llevan a cabo las políticas no sectoriales, toda las políticas económicas, sociales y laborales que no son ni de género ni de conciliación ni de maternidad y que tienen muchísima más influencia sobre nuestro género, nuestra maternidad y nuestra crianza que las pocas políticas sectoriales que andan poniendo en marcha por ahí. Y a veces las políticas sectoriales mejor intencionadas se convierten en una mierda por culpa de esas otras políticas generales. Incluso a mí me fastidia hablar de conciliación porque creo que hace mucho más daño la jubilación a los 70. Incluso en las empresas lo ves, hay ventajas para padres y madres de niños pequeños y, a veces, las personas sin hijos no comprenden por qué esos padres y madres deberían salir antes o contar con la opción de elegir horario. Aparte de que la gente sea egoísta y sinvergüenza, es que no tiene sentido: necesitamos una política para todos. Nadie debería estar en un trabajo a las 20:30, ni siquiera el soltero más empedernido que de allí se vaya a tomar un gin-tonic. Y hasta que no estemos todos en casa a las cuatro, o a la hora que acordemos, no tiene sentido andar haciendo otras políticas.

 

Sobre la psicologización del maternaje:

 Por último, hay otras cosas que deberíamos hacer todos a nivel ideológico, como luchar contra la individualización y psicologización de todos nuestros problemas. Darnos cuenta de que incluso los numerosos grupos de apoyo de crianza y de lactancia, o la sensación de comunidad que produce internet mediante el intercambio de experiencias y demás, están muy volcados a la indagación en nuestro interior, al psicoanálisis constante. Ese de ‘a ver cómo te criaron a ti y, si tú le gritas a tu niño, es porque estás sacando a la luz traumas interiores y no te dieron todo el amor que necesitaste de pequeño’. A mí me espanta esa generalización (si le gritas a tu hijo, quizás es porque tu jefe te ha gritado esta mañana y estás de mal humor). Hay que ir un poco hacia fuera y a mirar tu alrededor, no mirar hacia dentro de nosotros.

Comentarios en: "¿Dónde está mi tribu?" (27)

  1. No puedo estar más de acuerdo con ella en cuanto a los libros de los expertos… Yo recuerdo que al llegar mi hija, asustada ante el reto, compré montañas de libros para aprender. Pero pronto me di cuenta de que, si hacía caso de lo que ponía en la página derecha, mi hija iba con un retraso brutal. Si, en cambio, me fiaba de lo que ponía en la página izquierda, era un genio ¡un genio! Y ni lo uno ni lo otro… Tengo una niña de lo más normal, como el 99% de los niños … Y de los adultos … Así que decidí liberarme, dejarme llevar más por las tripas, por el sentido común y tener aciertos y cometer errores como tantas y tantas generaciones de padres y madres antes que yo …

    • Claro, y el problema es que, en nuestra inseguridad, corremos el riesgo de no fiarnos de nuestro instinto y seguir – e interpretar – a rajatabla lo que dicen los expertos… el que mejor nos cuadre… Yo también me he dejado de lecturas de este tipo, y cuando leo, lo hago con la distancia suficiente para saber que hay que quedarse con lo que te interesa y aplicar el sentido común.

  2. Yo libros de crianza la verdad no leo, cuando mi hijo nació hace 21 años nadie se apuraba por esta crianza, cada quien seguía su instinto, lo que había aprendido en su propia familia, etc, así que cuando adoptamos a mi hija me dejé llevar también por mi instinto materno y por el sentido común, y vamos por buen camino me parece. Por el contrario, mucho he aprendido de intercambiar con otros padres adoptivos, reafirmando lo que creo o lo que no creo en unos casos, descubriendo y aprendiendo caminos en otros, o con profesionales que comparten su saber con nosotros padres adoptivos.

    En cuanto a la conciliación ahí sí que sufro las consecuencias de ser una madre que trabaja, y eso que tengo un horario magnífico, termino a las 3pm… sólo que mi hija sale del cole a las 2:30, y no todos los días hay extraescolares, ni hay guardería en el cole, así que debo recogerla a esa hora sí o sí. El sistema aún no entiende que las madres que trabajamos necesitamos una estructura que nos facilite la vida en lugar de complicarnosla. Incluso en mi trabajo, en un organismo internacional que precisamente se ocupa de las mejores condiciones para los trabajadores del mundo, las facilidades varían de acuerdo a quién esté al frente. Mucho hablan de conciliación laboral y familiar, pero a la hora de ponerlo en práctica no son tan abiertos. En fin, hay días que sólo siento que sobrevivo…

    • No sé si en México sucede lo mismo, pero yo creo que en España hemos llegado a padres una generación que, a diferencia de la anterior, ha perdido la tribu. Cuando yo nací, mis padres, veinteañeros, tenían hermanos menores; vivimos un tiempo en casa de mis abuelos, con lo cual la crianza era compartida con otra generación que sí tenía experiencia en el asunto, con primos y tíos de edades parecidas… cambiar pañales, coger al niño para que eructe, pasearlo, etc etc, era algo que se aprendía por ósmosis.

      Cuando la primera de mis amigas llegó a la maternidad, me confesó que muchas cosas las hacía por primera vez: bañar un niño, cambiar un pañal, etc. Ni las había hecho con hermanos, sobrinos, primos… ni las había visto hacer (a pesar de tener hermanos menores, se llevaban pocos años y no tenía demasiada conciencia). Esto me sorprendió, pero luego he visto que es algo general: los niños se crían en solitario, en la familia nuclear, en la estricta intimidad de la pareja (o de la madre o padre solos si son monoparentales), y claro, se nos hace un mundo… Creo que es por eso que empezamos a leer libros de crianza…

      Sobre la conciliación, creo que la ausencia de tribu también cuenta mucho. Cuando mi hermana o yo nos poníamos enfermas, cuando había una emergencia, había 4 abuelos jóvenes y varios tíos dispuestos a echar una mano. Hoy los abuelos son muy mayores, o si son jóvenes, trabajan; y los tíos suelen tener su vida… Yo no me quejo de la conciliación, dejo y recojo a los niños (con extraescolares incluídas), tengo un horario flexible que me permite atender emergencias… pero sí es cierto que he tenido que crearme una red de ayuda extrafamiliar y que pido muchos favores, que no siempre es fácil.

      • Yo también crecí así, entre mucha familia, donde todo el mundo le echaba la mano a todo el mundo, los primos grandes se hacían cargo de los chicos, todas las tías se juntaban para preparar guisos para Semana Santa, Navidades, etc… y lo extraño terriblemente…. Además que vivíamos en provincia, y eso hacía todavía más cercanas las relaciones. Muchas cosas las aprendí por ósmosis, incluso cocinar, cuando me casé nunca había cocinado, pero me vino natural cuando empecé a hacerlo, lo había visto hacer por muchos años!! Cuando nació mi hijo mayor, trasladé ese conocimiento a mi maternidad, cuando adoptamos a mi hija, se insertó naturalmente en una familia ya en marcha. Y fue hasta varios meses después que llegó que empecé a leer sobre adopción, y a intercambiar información con otros padres, que me ha sido de mucha utilidad, combinada con la maternidad que ya venía ejerciendo desde hacía 14 años.

        Actualmente vivo en la Ciudad de México, una de las ciudades más locas del mundo, estoy sola a cargo de mi hija pues mi marido viaja todo el tiempo.. su familia vive aquí, pero bastante lejos, pedir un favor tipo ve a buscar a mi hija al cole o a la clase extraescolar en una ciudad como ésta implica hacer perder dos o tres horas a quien se lo pediste, así que ni se me ocurre… sólo recurro a una cuñada cuando necesito que mi hija se quede a dormir o por un día en caso de tener algún evento sin niños. Vivo completamente estresada, corriendo sin parar, con un ritmo de vida de locura. Hace un par de meses mi hijo mayor que estudiaba en otra ciudad volvió a vivir en el DF, ahora tengo quien me eche una mano. Va bien preparado para cuando se convierta en padre, cuando su hermana llegó, aprendió a cambiar pañales, a calmar a una niña que llora, a supervisar tareas, etc. Vaya, es tan buen hermano que hasta un curso de primeros auxilios tomó pues mi hija tenía diagnóstico de epilepsia y el hermano quería estar preparado por si se presentaba un ataque. Así que la ayuda aquí es intrafamiliar.

      • ¡Que suerte, tu hijo, de tener este aprendizaje!, y que pena que esta generación crezca, por lo general, perdiéndose todo esto.

  3. Yo tampoco me caso con nadie aunque, a riesgo de ser linchada, estoy bastante de acuerdo con muchas cosas que dice Estivill.

  4. y supongo que a todo esto tambien hay que sumar las caracteristicas de cada persona, no hay dos niños iguales, como no hay dos adultos iguales, por tanto muchas veces ellos te indican un poco el camino…

    • Totalmente de acuerdo. Hay que encontrar modelos de crianza con los que los padres nos sintamos cómodos… y que funcionen con los hijos. Y cuando tienes más de uno, ves que no a todos les funcionan las mismas estrategias, que lo que te vale para uno no sirve para el otro.

  5. Yo también devoré muchos libros de crianza a la llegada de mi hijo… Aún lo sigo haciedo pero con una actitud diferente, buscando más puntos de vista que respuestas, más de igual a igual… Por otro lado creo que la mejor escuela son nuestros propios hijos, que son sus circunstancias, su temperamento, sus matices, los que al final determinen cuál es la mejor manera de educarlos. A veces, hasta depende de día o de la hora, si están cansados, si hablamos de conductas dentro o fuera de la rutina diaria… Dos años después de tener a mi hijo se cómo funciona, cómo reacciona, qué cosas le ponen nervioso, qué cosas le gustan y pueden servir como incentivo, qué cosas le bloquean, cuándo le puedo pedir X y cuando no…. Son cosas que no se aprenden leyendo sino pasando mucho tiempo con los hijos.
    En el debate calidad/cantidad me quedaría con ambas, pero si tuviera que elegir, si se tratase realmente de eso, creo que me quedaría con la cantidad… Pienso que una parte muy importante de la maternidad/paternidad consiste simplemente en eso, en estar… Por supuesto que tiene que haber calidad, pero también es un mensaje de seguridad y amor para nuestros hijos el que incluso cuando estamos cansados, desanimados, estresados y con millones de cosas que hacer elijamos estar con ellos…
    En cuando Estivil/González… del primero no puedo opinar porque no he leído sus libros. Con González comparto muchas de sus opiniones pero no es una persona de la que sea precisamente fan… No me gusta en absoluto como habla de las madres, en sus declaraciones me resulta petulante y nos devuelve una caricatura de sus experiencias con las madres en su consulta que me ofende., habla de mujeres perdidas, inseguras, ignorantes y sin criterio. Sus libros están documentados y como digo me siento cercana a su discurso sobre el apego pero causa cierta impresión de oportunista que no acaba de convencerme.

    • Pues yo creo que la cantidad es importante, que estar es importante… pero que la calidad también lo es. Conozco muchas madres que se enorgullecen de estar muchas horas con sus hijos, de haber dejado de trabajar para ello… pero buena parte de estas horas, los niños los pasan enchufados a la tele, y ellas al ordenador (por ejemplo, escribiendo blogs sobre lo maravilloso que es dejar de trabajar para criar a los hijos…) Creo que la ausencia de cualquiera de las dos es una carencia.

      De acuerdo con lo que dices de Carlos González, a mí me gusta el análisis que hace de los comportamientos de los niños, que vuelve natural (evolutivamente hablando) algo que en muchos libros de crianza se considera casi patología, como que lloren o no duerman solos… pero efectivamente, me parece muy condescendiente con las madres.

      • Claro!!! Es que aparcarles delante de la tele y dedicarse mientras a escribir en un blog no es estar con ellos, en ese caso no hay ni calidad ni cantidad.
        Me refería a que no me parece un tiempo menos importante el que se pasa con ellos de forma más pasiva, que no siempre es necesario idear juegos, ir al zoo, devanarse los sesos buscando cómo compartir el tiempo con tu hijo. Que a veces, el tiempo se comparte solo, y que si no estás al 100% de energía no pasa nada por sentarse juntos a ver la tele, por ejemplo…
        Tampoco se exactamente a qué se refieren los expertos con calidad… Creo que a veces se malinterpreta y se entiende como que hay que estar siempre ofreciéndoles planazos y estrujando la creatividad para ellos… Esa calidad es la que a mi me parece menos importante, mi hijo es feliz estando con nosotros y a veces me parece que el contenido de ese tiempo para el es secundario… Que no se trata tanto de hacer cosas juntos sino de sentirse acompañado.

      • Entonces estamos de acuerdo. Yo creo que estar siempre ofreciéndoles planes, organizándoles juegos… en realidad es contraproducente. Que buena parte de la crianza consiste en estar atentos mientras ellos juegan, hacen, descubren… pero presentes. Sin tenerlos enchufados o enchufarnos nosotros a alguna de las múltiples pantallas de nuestras vidas…

      • Yo también creo que ofrecerles planes en todo momento es contraproducente, pues luego cuando no hay un plan espectacular resulta que se aburren, que las pequeñas cosas de todos los días, pasar momentos juntos, etc no les parece atrayente.

        Me pareció maravilloso el link que el otro día pusiste en FB:
        http://www.farodevigo.es/portada-pontevedra/2013/10/20/quiere-hacerle-favor-hijo-colegio/899299.html

      • Sí, la verdad es que esta entrevista es muy ilustrativa. Yo procuro, dentro de lo posible, que hagan estas cosas: el mayor ya va solo al cole (se encuentra con amigos), en los parques se organizan, se buscan la vida… claro que a veces se quejan del aburrimiento, pero la verdad, como les suelo decir, el aburrimiento no ha matado nunca a nadie…

  6. Yo me reconozco una afortunada que cria a sus hijos en la tribu familiar y comprendo lo duro que tiene que ser no tenerla. Ya no solo para los imprevistos o cuando no puedes, sino las experiencias de vivir rodeados de primos, ayudar a cambiar la caca o cuidar a la prima pequeña o poner a hacer pis a tu hermana son vivencias que tienen mis hijos y que solo son posibles con la tribu. Yo los educo a mi manera, pero ven diferentes maneras de educar en «mi tribu», en las que puedo estar o no de acuerdo, pero ellos aprenden a que los adultos no son iguales y las cosas que pueden hacer en una casa no la pueden hacer en otra, son pequeños-grandes aprendizajes para la vida, adaptación. Nunca he leido libros de crianza en general,prefiero reflejarme en el espejo de mis vivencias y de mis padres para intentar coger lo bueno y no repetir lo que considero menos bueno, solo leo libros de adopcion porque ahí no tengo ninguna ayuda de «mi tribu», en ese tema me rodeo de una tribu virtual como es este blog y o grupos de discusión interesantes.

    • Ay… ¿sabes que te tengo mucha envidia? Y eso que yo recuerdo de mi infancia y mi adolescencia con primos pequeños, y que tengo la suerte de que muchas de mis amigas hayan llegado a la maternidad más o menos a la par que yo…

  7. Yo con mis bios nunca leí libros de crianza, me deje guiar según mi instinto y como me habían criado a mi. Con mis adoptivas si me trague un montón de libros sobre adopción, algunas cosas me sirvieron y otras no, porque cada niño es un mundo y no creo en el estereotipo de niño adoptado que por fuerza ha de tener esto o lo otro…Ha de ser asi o asá. Creo que esto da mucho campo para el negocio que hay montado en torno a la postadopcion ! Incluso leí una vez que todos los niños adoptivos debían ir al psicólogo!
    Sobre la conciliación cada día la veo mas lejana, en cuanto a que cada vez nos alejamos mas de la sociedad del bienestar, igual hasta acortan el periodo de maternidad…
    !Y que bueno el chiste de Forges!

    • Yo reconozco que como los modelos que tuve en casa no me valían, buceé en muchos libros de crianza buscando respuestas. Tampoco me vale siempre el instinto… eso sí, los he leído con sentido crítico, tanto los de adopción como los de crianza. En el caso de la adopción, reconozco que he aprendido mucho más de esta «tribu virtual» a la que alude Bone: otros padres y (sobretodo) madres curiosos y comprometidos, que han buceado, reflexionado, sacado conclusiones… y que comparten generosamente con otros no sólo los diagnósticos sino posibles soluciones.

      Sobre la conciliación, estoy de acuerdo en que, como en los derechos laborales, vamos hacia atrás. Y esto me hace pensar en algo que leí el otro día en un grupo de conciliación, que decían «nunca antes las madres han estado tan poco en casa»… Creo que muchas veces pecamos de mirar poco hacia atrás, a poca distancia o sólo a un grupo privilegiado de personas: las mujeres del siglo XIX y XX, trabajaban en fábricas 12 y 14 horas, en el campo y en la casa, y criaban montones de hijos sin estar en casa… con la ayuda de abuelas, vecinas, hermanas y primas (esta tribu de la que también hablamos aquí). ¿Se sentirían tan culpables como nosotras?

  8. Ay, Madre, tú lo has dicho: la culpa!!! Y es que tal y como está montado todo este asunto de la maternidad y el mundo laboral, la culpa me ha acompañado tanto… Me gusta el enfoque de la autora. Yo también he leído algo sobre crianza (no mucho) y si bien con Estivill no empaticé nada, con Carlos González por ejemplo había cosas que me chirriaban, una de ellas las que comenta Del Olmo: parece que elegimos estar en el trabajo 12 horas o las que nos manden. Ese tiempo de «calidad», sí, sí, pero si llego a esas horas, la «calidad» de mi persona ya es bajita… A mí me ha sucedido muchs veces que me he sentido culpable, porque me parecía que la conciliación no existía y lo vivía muy sola encerrada en casa, como ella comenta. (luego conocí mspe como yo y ha sido otra cosa); pero sí oía eso de que ya sabía cómo era mi horario y el horario ínfantil, y que siendo sola, aún era más dificil, y que ya lo sabía… como si todo fuera «por mi culpa». Yo también he tenido abuelas que colaboraban, es más, una de ellas vivía en casa y colaboraba en las tareas igual que mi madre, y por supuesto, si mi hermana o yo estabamos enfermas, no pasaba «nada» porque ella nos cuidaba. Yo, para eso, en contadas ocasiones he podido contar con mi madre, es más mayor, achaques…

  9. Y para muestra un botón: hoy, día de huelga en los coles en protesta por la caca de ley que han aprobado los que mandan….he tenido que mandar a mis hijos al cole porque los papis trabajamos.
    Y que conste que odio a esta ley, al ministro Wert y sus secuaces, pero….
    Eso sí, les he dejado muy claro a mis peques que estamos en contra de la ley, que no nos gusta ni Rajoy ni sus Ministros, pero que no nos queda otras que ir al cole ;(

    • Pues sí. A veces la distancia entre lo que queremos hacer y lo que hacemos es más grande de lo que nos gustaría… en mi cole fueron una décima parte de los niños… yo (que en otras ocasiones los he dejado también en los Servicios Mínimos) pude organizarme con otras familias… y cuando los llevé a extraescolares (que no estaban en huelga), vi que muchos de los que habían ido llevaban la camiseta amarilla reivindicativa…

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