familia monoparental, diversidad familiar y adopción

Recuerdo que una de las preguntas que más me sorprendieron cuando decidí adoptar fue “¿Y qué nombre le pondrás?”. Pocas cosas tenía claras, pero esta sí: mi hijo, mis hijos, ya tendrían nombre. Yo, que quise ser madre desde la más tierna adolescencia, que había hecho listas de nombres para ponerles, tendría que renunciar a nombrar a mis hijos.

Cuando me asignaron a B., descubrí que en ninguna de las listas que había hecho había un nombre tan hermoso, tan especial, tan suyo. Cuando conocí a A., me di cuenta también de que no podía llevar otro nombre. Era parte de su identidad, que, como dicen los esquimales, se compone de cuerpo, alma y nombre.

En muchas cosas he cambiado mis puntos de vista desde que adopté, pero sigo pensando que el nombre de los niños es parte de lo que son, a veces lo único que tienen. Y sigo compartiendo esta reflexión que escribió para el blog A., madre de dos niños nacidos en Marruecos, cuando era madre de solo uno de ellos:

Me gustaría empezar diciendo que la decisión de mantener o cambiar el nombre a un niño adoptado acaba siendo una decisión de los padres, que respeto todas las opciones y únicamente me gustaría reflexionar en voz alta sobre los motivos para hacer este cambio y que sirva también de reflexión a otras personas.

Se suelen argumentar varios motivos para el cambio de nombre: facilitar la integración del niño, que se sienta más de aquí, es pequeño, teníamos pensado ya un nombre para él, no se lo puso su madre así que no tiene ningún valor sentimental, etc…

En primer lugar ¿a qué edad se considera que un niño reconoce su nombre? Según la mayoría de libros sobre bebés, a partir de los 4 meses un bebe ya reconoce su nombre, se gira al oírlo y sonríe. Supongo que en casos de falta de estímulos será más tarde… también puede pasar que al no saber pronunciarlo nos parezca que no responde al nombre.

Por otro lado me gustaría saber qué es lo que entiende la gente por “integración” y dónde exactamente se facilita la integración del niño ¿en la sociedad, en el pueblo o barrio, en la familia? Teniendo en cuenta los nombres que se usan en España ¿qué nombre son de “aquí”? Teniendo en cuenta que casi todos los libros de adopción hablan de la importancia de mantener el nombre ¿no sería menos traumático irse a vivir a un barrio donde vivan “los otros”, los que tiene nombres distintos, los que son de otros colores?

En mi caso mi hijo mantiene su nombre, es un nombre de origen árabe que yo no sé pronunciar pero hago una aproximación. Tenía 4 meses cuando lo conocí y sí respondía a su nombre, aunque no cuando yo lo decía… No me planteé cambiárselo, aunque me lo propusieron los servicios sociales en el momento de la asignación, no me pareció ni bonito ni feo, no era malsonante ni tenía connotaciones negativas, no sabía su significado pero ahora que lo sé pues sé que tampoco su significado tiene ninguna connotación negativa, significa NEGRO que es un color, igual que Rosa, Violeta… No tenía ningún nombre pensado para mi hijo, al menos desde el momento en el que empecé el proceso de adopción. Ha empezado ahora la escuela y no ha tenido problemas de integración por su nombre, supongo que el resto de niños se habrá aprendido su nombre igual que él se ha aprendido el resto de nombres de la clase aunque no los había oído antes. Cuando nos ha parado algún desconocido por la calle, para hacer alguna de esas preguntas indiscretas que tanto nos molestan, no ha preguntado por su nombre…

Desde que tengo a mi hijo he conocido mucha gente nueva, en el parque he conocido un niño que se llama Mustafá, su madre es catalana pero viven en un pueblo en el norte de España. La cuestión es que pienso que si esta madre biológica ha decidido ponerle a su hijo este nombre, si su padre negro e inmigrante (que habrá sufrido racismo y demás) ha decidido ponerle este nombre, es porque han considerado que este nombre no le va a hacer ningún daño. Ellos no decidieron tener un hijo negro, se enamoraron de una persona de otro color y, como la mayoría, decidieron tener hijos con él y que se pareciera a la persona que amaban… nosotros sí decidimos tener un hijo de un color distinto, ¿por qué nos dan tanto miedo los nombres?

Creo que uno debería hacer una reflexión profunda sobre ello, ¿por qué nos da miedo mantener el nombre en los niños adoptados? ¿porque es nuestro y tenemos el derecho a “marcarlo” como la ropa que dejamos en la guardería? ¿porque nos da miedo que le confundan con uno de esos inmigrantes?… quizás os sorprenda pero hay niños y adultos negros con nombres bien españoles, nacidos en España incluso, y sufren racismo igual…

Tener un nombre distinto ya de por sí, independientemente de respetar la historia y los orígenes, que se pueden respetar de muchas formas, permite poder contar su historia y sus orígenes. Y en el caso en que los nombres no los han puesto los padres biológicos también es una forma de aceptar esta historia, a veces muy difícil de asumir.

Al final llegas a la conclusión que da igual donde vivas, tarde o temprano van a salir de su entorno protector y deberán tener recursos para afrontar el racismo. Da igual el nombre que tengan, van a seguir siendo negros, negros cogidos de la mano de padres blancos… hasta que dejen de ir cogidos de la mano.

Se puede cambiar un nombre y respetar la historia y los orígenes, y se puede mantener un nombre y no respetar nada.

Comentarios en: "Tu nombre me sabe a hierba" (48)

  1. Yo mantuve el nombre de mi hija. Me parece fácil, precioso, sonoro. Era su identidad, tenía 3 años. No podía cambiársela. No lo acompañe de ningún nombre español y aunq etíope tenía una preciosa etimología griega.
    Al buscar los orígenes descubrí que era un apodo un tanto despectivo al no haber nacido un varón. Su nombre era otro q nadie utilizaba.
    Y me dolió. Me dolió haber defendido a capa y espada un nombre con ese sentido despectivo.
    Pero me encanta el nombre. Y no encuentro ninguno mejor, aunque también desde niña tenía lista de nombres.
    Atala

    • A veces pasa que los significados de los nombres no son todo lo bonitos que nos gustaría; o que se los han cambiado anteriormente. Pero esto, creo yo, también es parte de su historia…

  2. Hola,

    Lo primero es darte las gracias por tu blog, te leo a menudo aunque comento poco porque suelo leerte desde el móvil y desde ahí es difícil hacerlo. Tus reflexiones siempre son interesantes y me hacen replantearme cosas muchas veces.

    Soy, como tú, mamá por adopción de una niña negra. En nuestro caso (mi marido y mío) decidimos mantener su nombre a la vez que le añadíamos otro delante.

    No lo hicimos por miedo, la verdad, ni me planteé eso, ni con la intención de pasar por encima de sus orígenes. Siempre hemos tenido claro que respetar sus orígenes es muy importante y Etiopía y su cultura es unos de los temas favoritos de conversación en casa.

    La verdad es que le añadimos otro nombre porque oímos a alguien decir que darle otro nombre además del que ya tenía (no cambiárselo) era una especie de regalo que les hacíamos como padres adoptantes/adoptivos (escribo los dos términos para intentar no herir susceptibilidades), respetando el suyo. Siempre creí que sería algo bonito hacerlo y que sería fácil conservar los dos nombres en el día a día.

    La realidad me demuestra que no es tan fácil. Me cuesta que en el cole escriban siempre sus dos nombres, a pesar de que yo siempre pongo los dos en su ropa, en los formularios de inscripción a las actividades, en los libros…menos mal que lo mantuvieron en la orla porque de otra forma me había dado coraje.

    ¿Me arrepiento? No, creo que no, aunque sí me gustaría que su nombre etíope tuviera tanta relevancia como el español y que ella lo dijera con orgullo de ser quién es, pues es, además, de las pocas cosas que le dejaron sus padres biológicos.

    Por cierto, te invito a conocer mi blog (http://muchmorethaniam.blogspot.com.es). También tanto temas de adopción y maternidad, entre otros. Hace poco escribí un post a partir de uno tuyo sobre la diferencia entre llamar a alguien negro o gafotas y me permití mencionar un párrafo de tu post. Siempre mencionando la procedencia y enlazándote. Por supuesto, si tienes algún problema en ello házmelo saber y lo modificaré.

    Un saludo

    • Aunque conozco algún caso en el que no es así (se utilizan indistintamente ambos nombres), creo que generalmente, cuando se añade un segundo nombre (o «primero», porque se suele poner delante), el otro se va perdiendo… porque es menos fácil, porque a los niños les resulta más cómodo el nombre español… no es algo malo en sí, pero creo que es algo a tener en cuenta.

      En cuanto pueda le echo un vistazo a tu blog!!

  3. Hola, solamente ya el título de tu entrada me ha dejado buen sabor de boca. Felicidades por tu blog, lo tengo entre mis favoritos y me avisa cuando escribes una nueva entrada.
    Mi opinión en este tema es solamente una declaración de intenciones porque estamos al inicio del proceso de adopción y es el resultado de leer blogs como del tuyo, libros especializados y de los cursos de formación que hemos tenido.
    Hace poco escribí en mi blog sobre esta cuestión; si mantener el nombre, añadir otro o cambiarlo. Recibí respuestas de todo tipo (siempre en buen tono y que dan lugar a reflexionar un poco más). La conclusión es que cada pareja es un mundo y tiene sus circunstancias, y creo que todos intentamos lo mejor para los niños (unos creen que a corto plazo y otros a largo). Lo único que tengo claro a día de hoy es que tengo tanta ilusión por saber su nombre como por ver qué de color tiene los ojos, la ciudad de procedencia o si le gustará la playa. Es una ilusión más pero se ha convertido en algo secundario. Primero quiero que sea feliz en mi familia. Por ahora yo lo llamo Piiiiiiii (un poco tecnológico pero es la época que nos ha tocado vivir 🙂 ) .

    Te llamas Piiii

    • Bueno, yo creo que la mayoría de las familias llegan a la adopción con una idea de lo que van a hacer respecto al nombre, aunque luego puedan cambiar. Yo he conocido muchos casos de familias que tenían claro que mantendrían el nombre y lo han acabado cambiando, o modificando, porque les parecía malsonante… entre las familias que tenían claro que le pondrían uno, casi ninguna se ha echado atrás, pero algunas han acabado por utilizar el nombre «original».

      En este tema, la situación más estrambótica que viví fue en una de las primeras reuniones con la Ecai, una familia preguntó qué se hacía con los nombres etíopes, si era costumbre mantenerlos o cambiarlos… contaron que ellos tenían un hijo nacido en un país Latinoamericano, y con los niños adoptados allí se solía traducir (al catalán); otra niña adoptada en China, y «se les cambia»… en la ecai le dijeron que ellos eran partidarios de mantenerlo, así que no sé si tendrán un hijo con nombre traducido, una hija con nombre cambiado y un hijo o hija con nombre mantenido… me sorprendió mucho, porque para mí es algo que tiene más que ver con la idiosincrasia familiar o personal que con el país de origen…

      ¡¡Suerte en vuestro camino hacia Piiii!!

      • si, yo también creo que forma parte de cada uno (o cada dos, en función de tipo de familia que sea) más que del país. Y luego también del nombre…conocí a una niña de un país africano que se llama Fanta y los padres decidieron dejárselo de segundo nombre por no perderlo, pero les resultaba extraño llamar Fanta a una niña. Supongo que será cuestión de acostumbrarse. Muchas gracias por tu respuesta! Un abrazo

      • Sí, Fanta es difícil… Yo recuerdo haber leído en la lista de Etiopía un nombre de niño que era «Kutre»… en Marruecos, conozco a una chica que cambió el nombre de Badr porque la pronunciación le recordaba a W.C…. Otro nombre árabe, Latifa, también me parece complicado, porque en catalán significa, literalmente, «la mierda»… Y recuerdo haber discutido con otros kafalantes si le cambiaríamos el nombre si se llamaba Mohamed o Ossama…

  4. Cuando nos asignaron a nuestra hija, recién nacida, ella tenía un nombre que le habían puesto las enfermeras del hospital. Era además un nombre compuesto, el primero habitual en España, el segundo un nombre que en realidad no habíamos oído nunca y que creemos que se inspira en la pronunciación del nombre de su madre biológica (aunque no tenemos conformidad cierta de ello).

    La verdad es que como imaginábamos que nos asignarían un niño mayor nunca nos habíamos planteado cambiarle el nombre. Pero al ser una niña recién nacida muchos nos preguntaron qué nombre le pondríamos. No sé qué hubiéramos hecho en el caso de que su nombre no nos hubiera gustado nada.. pero para nosotros fue evidente en el momento en que la conocimos que el nombre que tenía era el suyo y no se lo íbamos a cambiar. Que fuera un nombre que nosotros no hubiéramos escogido, un nombre además compuesto y relativamente complejo.. formaba parte de su historia… Respetándolo creíamos que contribuíamos a respetar dicha historia… y demostrarle que valorábamos su identidad…

    También es verdad que hoy en día casi todo el mundo la llama sólo por el primer nombre. Aunque algunos niños de su clase la conocen por los dos. Yo antes solía utilizar los dos nombres, pero a mi hijo mayor no le gustaba nada que llamara a su hermana por los dos nombres (aún no he conseguido descubrir por qué) y mi hija (supongo que influida por su hermano…) me pidió un día con cuatro años que la llamara sólo por el primero. Quizás dentro de un tiempo cambia de opinión (aunque ya hace más de tres años de eso..). Yo ahora de vez en cuando la vuelvo a llamar por los dos nombres…y no se queja pero he de reconocer que no es lo habitual

    Maria

    • Hay gente que considera que los nombres hay que conservarlos solo si se los ha puesto su familia de origen, su madre… Yo creo que si te lo ha puesto una enfermera, una cuidadora… un funcionario… también es tu nombre, también es parte de tu historia, también merece respeto el hecho de que alguien perdiera 5 minutos (o 5 segundos) en pensarlo. Yo tengo un hijo al que le puso el nombre su madre, y otro al que se lo puso una cuidadora, y los me parecen igual de respetables e importantes como parte de su historia.

  5. El tema de los nombres es complicado, nosotros no tuvimos claro que hacer hasta la asignación, su nombre etíope es bonito y sonoro pero complicadísimo de escribir, fue entonces cuando decidimos añadir un nombre al suyo. Pensamos que como niña le iba a resultar pesado estar continuamente deletreando su nombre y que en cada etapa ella podría decidir que nombre usar.
    Ahora no lo veo tan claro, ella no quiere saber nada de su nombre etíope y las circunstancias no ayudan. En el cole lo escriben mal siempre, he hablado con la profesora varias veces pero para ella no es importante. En algunos sitios cuando han ido a anotar su nombre, al deletrear yo el segundo me han dicho «eso no hace falta», ahí me he cabreado. Pienso que si no le hubiésemos añadido otro nombre la niña lo aceptaría sin problemas y los demás no tendrían más remedio que usarlo con normalidad.
    Pero a lo hecho pecho y mi niña tiene dos nombres preciosos que le han dado sus cuatro padres, como ella nos globaliza.

    • El nombre de mi hijo mayor no es exactamente complicado, pero sí muy distinto a los de aquí, un nombre para el que hay pocas referencias, difícil de recordar (las primeras veces: luego no se te olvida, y además, nadie más se llama así), difícil de escribir y que suele haber que deletrear, y que se pronuncia de manera distinta a como se lee… Un cromo, vaya. Pero es un nombre precioso, con una historia detrás, y creo que estas «dificultades» son un beneficio a largo plazo, algo que le obliga a reflexionar sobre su nombre, su historia, su origen…

      Él a veces insinúa que se lo quiere cambiar, le da cierta vergüenza tener que repetirlo (nadie se queda a la primera), pero también está orgulloso de él y le encantar «ser el único B.»

      • Bueno, si te sirve, yo soy de Ávila y cuando era pequeña había una niña vasca en clase: de nombre Iratzi y de segundo apellido Graciaparaluzeta (espero que no se asome por este blog…). Y compañeros y profesores le traíamos por la calle de la amargura pidiéndole que deletreara el nombre y el apellido y preguntándole por qué no se podía llamar Ana o María o algún otro nombre «normal». O sea que se puede ser «de aquí» y que te den la tabarra con el nombre, también.

      • Sí, esto también… a mí me pareció muy ilustrativo que Josef Ajram contara en un libro que hizo que tener un nombre tan «díficil» fue una de las cosas que más le ayudaron en la vida: le obligó a integrar sus dos culturas, la del país donde ha crecido y la de su padre….

  6. Yo considero el tema del nombre complicado y simple a la vez. Creo que lo complicamos los mayores con dudas, críticas… y lo simplifican los niños si les dejamos. Yo tenía claro que mi futuro/a hijo/a ya tendría nombre cuando me lo asignaran; tanto que ni me plateé que pudiera ser malsonante en mi idioma (me imagino que si hubiera sido malsonante lo hubiese cambiado). En el orfanato la psicóloga que acompañaba a mi hija en las visitas me pregunto cómo la llamaría. Me quedé tan estupefacta que me dijo «A (el nombre formal de mi hija) es bonito»; y yo pensé: sí pero se reconoce por el informal. Total que en el pasaporte le puse el nombre formal, y nosotras utilizamos el informal. Es decir: todo el mundo la conoce por el nombre informal y si alguna vez oyen el formal se sorprenden. Parece ser que en su país de origen las niñas que tienen ese nombre y que son de la edad de mi hija ya no utilizan el nombre informal (o eso es lo que me han contado algunos rusos). Yo se lo conté a mi hija, y ella me dijo que su nombre era ese. Total que en los papeles le consta su nombre formal y todo el mundo la reconoce por el informal (incluso en el DNI firmó con su nombre informal. Cuando sea mayor ya decidirá si se lo cambia o se queda como está (de hecho las Lolas y las Paquis no cambian su nombre formal y legal, o yo no conozco a ninguna que lo haya hecho). Eso fue lo que pensé cuando tomé la decisión. Decisión que no fue súper fácil tomar porqué alguna vez utilicé su nombre formal antes del juicio y mi hija, que tenía 4 años, me corrigió: ella se reconocía por su nombre informal y el otro no parecía interesarle (aunque sabía que existía y me imagino que también sabía qué representaba).

    Otro tema es la gente del entorno. Pero a mi, no sé si es por edad, me importa bien poco, aunque debo reconocer que hace unos días estuve contándole a una niña de 9 años porqué no había escogido el nombre de mi hija. Como era una niña y mi hija estaba escuchando, me pasé un rato contándole que mi hija ya tenía un nombre cuando la conocí y que por tanto ni me plateé cambiárselo. Me sorprendió que esa niña de 9 años no parecía comprender lo que le estaba diciendo y volvía a sus listas de nombres que ya había pensado para sus hijos, y si yo no tenía la mía…. A la tercera vez que le repetí mi razonamiento ya se calló y se acabó el tema. Está claro que era una niña de 9 años, pero me sorprendió su posicionamiento inicial tan claro y contundente. Espero que esa conversación le sirva para relativizar.

    • Que interesante lo del nombre formal y el informal!! Esto también es parte de su historia, de su origen… Yo cuando alguien me pregunta por qué no se lo cambié, suelo decir algo así como «¿Cambiárselo? ¡Si es el más bonito del mundo!». Quiero transmitirles (a mis hijos, a los que preguntan me suele dar igual) que les dejé su nombre por respeto, porque era suyo, pero también que me gusta, que me gusta más que los que yo podría haber pensado para ellos…

  7. estoy de acuerdo contigo

  8. Hola, soy A. jijijiji… A mi segundo hijo le cambié el nombre, no es que se lo cambiara exactamente, me dijeron que no tenía nombre, no estaba inscrito, etc… así que cuando me dijeron como le quería inscribir dije un nombre que me gustaba, de hecho antes de la asignación me habían dicho qué nombre querría darle al niño y dejé 3 nombres para que escogieran. Los 3 eran nombres árabes. También escogí su apellido. Al día siguiente el director del centro me dijo que lo llamaban por un nombre (apellido no) y que en su expediente habían escrito ese nombre y que lo seguirían llamando así mientras estuviera en el centro. Podría haberlo mantenido ya que aún pasaron 2 meses hasta que pude hacer la inscripción en el registro, pero el nombre no me gustaba para él, no sé cómo el director escoge el nombre para un niño pero en su caso el nombre y su significado hacía referencia a uno de los motivos por los que habían rechazado la asignación las familias que pasaron antes, y no pocas familias, y eso a mi me sentaba como el culo… Además el nombre en España es el de un personaje histórico y con el apellido (que como no es adopción plena se conserva) parecía una reivindicación del al-Andalus, me parecía demasiado. En Marruecos les parecía lo normal que le pusiera un nombre, y eso choca bastante con lo que algunas personas piensan de la kafala que obliga a mantener el nombre, y no es así… el nombre que escogí les encantaba, es súper religioso jijijijij… Aquí tenemos algunos problemas ya que nadie lo entiende a la primera, y aunque lo escogí pensando que era mucho más sencillo que el del mayor, a la gente le cuesta un montón, no lo entiendo… Es un nombre precioso y con un significado precioso. Del primer nombre que tenía no queda nada, no sale en ningún documento, solo me acuerdo yo y cuando escribo al centro, mando fotos o lo que sea es el que utilizo.
    El mayor está súper orgulloso de su nombre, conoce su significado, su origen, y siempre que puede lo explica a quien le pregunta. Le hizo mucha gracia conocer (ya la conocía pero no se acordaba) a al persona que se lo puso y a veces habla de ella y explica que le puso el nombre cuando era un bebé.

  9. Yo creo que añadir un nombre al que ya tiene a la larga implica que su nombre original se pierda…
    Aunque no oficialmente sí en la práctica.
    Yo, personalmente, tengo 2 nombres y el 2º sólo aparece en el DNI y poco más…..
    En el día a día todo el mundo me conoce por el primer nombre y el diminutivo de este.
    El 2º ni yo lo uso, es más….no respondo a él.

    Poner un nombre «delante2 del que ya tiene significa dar a su nombre original un papel secundario…
    Es una justificaicón decir «pero le mantenemos su nombre»…y es que en la práctica se va a perder…..
    soy «anticambio de nombres», es su historis, su identidad, su origen…nos guste o no. Es que no tiene porqué gustarnos, vamos!
    Otra cosa,que yo no veo mal es traducirlos, así de NCOLAI dejarlo en NICOLÁS o de ANDREI dejarlo en ANDRÉS, pero….
    Conozco una pareja que le cambió a su niño de 2 años el nombre. Sellamaba «EUGENI» Y y le pusieron «JORGE»…… QUÉ MAL!

    • Yo hay cambios (o modificaciones) de nombres que encuentro comprensibles (aunque no los comparta), pero cambiar un nombre normal, bonito, asumible… por otro simplemente porque es el del padre o el del abuelo o el nombre que habías soñado… me cuesta, me cuesta.

      • A mi me chocó mucho q cuando fui a conocer a mi hija la misma asistente social de allí me preguntara q nombre le iba a poner. Daba por sentado q se lo cambiaría…
        Le contesté q era una niña de SIETE años a la q siempre habían llamado así y q incluso yo había estado llamándola una semana por su nombre. Y de lo iba a cambiar después? Me parecía surrealista la pregunta. Además en su caso es el nombre q le puso su madre q ya es otra razón a favor de mantenerlo. Y es q además de encantarme cuando la miro no me la imagino llamándose de otra manera.
        Me decía la ecai q le cambiara o añadiera otro nombre para la integración… En el Pais Vasco? Si su nombre es de los más fáciles jjjj!!!

      • A mí siempre me ha sorprendido que, en paises como Marruecos, haya familias que están llamando a los niños por sus nombres marroquíes mientras dura el trámite… y luego les empiezan a llamar de otra manera. A mí me resulta imposible imaginar empezar a llamar a mis hijos por un nombre distinto al que me he estado dirigiendo a ellos durante semanas (aunque conozco gente que lo ha hecho…)

    • Nosostros mantuvimos el nombre original de nuestro hijo y teníamos clarísimo que así debía de ser. Mientras espérábamos, decíamos que si el nombre era malsonante (me refiero a que aquí hubiera sonado como «caca» «cutre», etc), le añadiríamos uno pero siempre lo hubiéramos puesto en segunto lugar, realmente su primer nombre siempre mantendría esa posición, la primera.

      Saludos,
      Yolanda

      • Sí, yo siempre dije que les mantendría el nombre si era asumible. Si no lo hubiera sido, habría buscado una solución que no lo borrara del todo (traducir, sonoridad parecida, dos nombres…), pero no fue el caso.

  10. Pues nosotros tuvimos claro desde el primer momento que no le cambiaríamos el nombre a nuestro hijo. Jamás nos lo planteamos, y cuando nos preguntaban, nuestra respuesta era clara: él ya tendría un nombre. Tanto fue así que dejamos pasar esa idea sin meditarla demasiado. Ahora, a veces pienso que podríamos haberle puesto un segundo nombre… Nosotros le llamábamos de una manera antes de saber siquiera si sería niño o niña (aunque estaba casi cantado que sería un niño al no decir en la ECAI ningún tipo de preferencia). Y este nombre además era etíope así que ahora pienso que hubiera sido bonito ponérselo de segundo…
    Él ahora nos «reprocha» que no le cambiáramos el nombre pero creo que es un simple golpe de rebeldía que utiliza cuando no se siente bien, cuando tiene momentos de «crisis»; estoy segura de que con el tiempo entenderá por qué no se lo cambiamos y conseguiré que entienda lo que intentamos transmitirle. Que alguien le puso un nombre y que puede sentirse orgulloso de sus orígenes y más cerca de esa persona o personas que le dieron un nombre y le cuidaron durante un tiempo.

    • Yo también estoy convencida. De que las decisiones que tenemos claras son las que podremos argumentar… por otra parte, tengo que decir que yo odiaba mi nombre en mi infancia, habría dado lo que fuera por cambiarlo… lo que hicieron mis padres fue explicarme las razones por las que lo habían escogido, la historia que hay detrás… esto me reconcilió con él.

  11. Pues yo soy de las que le he cambiado el nombre a mis hijos, si se los hubieran dado sus padres biológicos me lo habría pensado y no los cambiaría, pero al hacerlo un funcionario yo he preferido darles a mis hijos los nombres que me gustarían para ellos. Ninguno de sus nombres son los que tenía en mente antes de adoptar si tuviese un hijo, porque he elegido sus nombres pensando en el país del que han venido, que fuesen nombres de allí y de aquí, como son ellos.Yo no me arrepiento de haberlo hecho, de hecho ya había reflexionado con la entrada de hace unos años en este blog cuando lo volví a hacer en el segundo, se lo he explicado a mis hijos y ellos serán los que juzguen en el futuro mi decisión como todas las demás que he tomado por ellos.

    • yo opino que independientmente de quien les haya puesto el nombre, su nombre es suyo. Da igual que haya sido idea de un funcionario, de la cuidadora o de su abuela…
      Opino que el nombre no es como una camiseta que se quita si no te gusta.
      a mi hijo el nombre se lo pueso su madre. Es un nombre clásico, de toda la vida. Nunca había pensado tener un hijo con ese nombre, pero…ahora lo tengo y me encanta.
      A mi hija no se quien decidió ponerle el nombre que tiene. Es precioso, es suyo y nos encanta a todos.
      Creo que si a cualquiera de los 2 se lo hubieramos cambiado eso les produciría tristeza y sobre todo una pregunta «¿por qué?».
      ¿No se os ocurre pensar que a lo mejor a ellos tampoco les gustan vuestros nombres?
      Imagínate que mañana llega tu hijo y en vez de llamarte por tu nombre te llama por otro «que les guste más»…..

      • Mis dos hijos saben que les he cambiado el nombre y les gustan los que le he puesto, no he visto tristeza por su parte, pero bueno, ya decidirán. En mi caso particular, no he decidido cambiar de nombre porque no me gustasen los anteriores, de hecho, ni siquiera son los nombres que les pondría si fuesen biológicos probablemente, antes de decidirme por la adopción, los nombres que tenía en mente si tuviese hijos no eran ninguno de esos.Yo decidí cambiarlos porque soy su madre y quería darles un nombre que simbolizase los dos mundos a los que pertenecen, si sus nombres se los hubiesen dado sus primeros padres si que me plantearía un conflicto moral pero no ha sido el caso.
        De todas maneras, el nombre es algo muy dependiente de la cultura en la que vives, por ejemplo yo sería incapaz de asumir el apellido de mi marido como hacen los ingleses, me parecería que me falta algo, que la identidad de mi marido me «avasalla», no se como explicarlo, sin embargo en los países del norte de Europa es muy normal y están encantados, yo me veo con mi nombre y mi apellido y no es el primero ni el último que conozco que se lo han cambiado a los 18 años.
        En un viaje coincidí con una ingeniera india (con esto quiero decir que no era una mujer analfabeta y subyugada por su marido ni nada por el estilo, una mujer de mundo y con las ideas muy claras) y allí al casarse se cambian de nombre, se reía diciendo que al principio no contestaba con el nuevo nombre que había elegido, que en un cambio vital tan importante como casarse y formar una familia también cambiaba su nombre. Después de su abandono, el siguiente cambio vital mas importante en la vida de mis hijos es que el azar los llevase a tener una madre soltera en un páis llamado España (es que no puedo con lo del hilo rojo, me niego a creer que están destinados a que los abandonen porque estaban destinados a ser mis hijos).Vamos, con esto quiero decir que no hay verdades absolutas, la reflexión es lo importante creo, pero tal y como dices, hay que contestar a nuestros hijos el porqué y dejemos que sean nuestros hijos los que nos juzguen como en tantas otras decisiones que tomamos por ellos. En Etiopía por ejemplo, en mi época había que decidir el día del nacimiento para hacer la inscripción en el registro y por ejemplo a mi si que me resultó mas desagradable decidir que día había nacido mi hijo y decidir que ese era el día de su cumpleaños y lo he hecho y también tengo un porqué que le he explicado.
        Y por supuesto, si a los 18 años quieren cambiarse el nombre por el que a ellos les da la gana, pues los llevo en coche al registro civil y les ayudo en lo que sea, igualito que si fuesen biológicos y quisieran cambiarlo.

      • A mí me resulta totalmente incomprensible que mujeres del siglo XXI renuncien a su apellido, al que han llevado toda su vida, a cambio del de su marido (o maridos si tienen más de uno… me contaba una amiga que vive en Londres que alguna profesora de su hija ha cambiado de epllido durante el curso)… A mí personalmente, cambiar el nombre a mis hijos me produce sentimientos parecidos.

        Yo también escogí la fiesta de nacimiento y me hizo sentir igualmente incómoda, de hecho, eché cuentas desde la fecha en la que estabamos hacia atrás con su supuesta edad y le puse el dia que salió, no busqué ninguna fecha significativa para mí ni nada parecido… finalmente, con el mayor descubrí la fecha real y me había equivocado solo de un mes…. ahora celebramos la real.

      • Sin que sirva de precedente… estoy totalmente de acuerdo contigo. Es una reflexión que también me he hecho muchas veces, cómo me sentiría si una pareja, por ejemplo, decidiera que me cambia el nombre por otro que le gusta más o que siempre había deseado que tuviera su pareja… no es lo mismo pero… a mí no me habría gustado que me cambiaran el nombre, por esto me es muy fácil explicar las razones que tuve para mantenerlos.

    • Para mí no hay diferencia entre que a mi primer hijo le pusiera el nombre su madre y al segundo una cuidadora… en ambos casos fueron personas que les quisieron, se ocuparon de ellos, y se pararon a pensar cómo querían que se llamaran…

  12. Mi hijo, como muchos, tiene un nombre que le hemos dado y hemos conservado el segundo, que tambien utilizamos cuando le llamamos, en cualquier documento donde haya que inscribirlo, etc, tambien como Bone elegimos un nombre que bien podria ser de alli como de aqui , el esta encantado, de que hayamos elegido un nombre solo para el, pensando en el, es cierto que en el cole solo les enseñan uno y en casa le he enseñado a escribir el otro, ademas presume en clase de que tiene dos nombres.

  13. Pues yo no tenía una idea muy clara al respecto antes de la asignación de mi primer hijo. Pensaba que le dejaría su nombre a nos ser que fuese muy «raro». El nombre resultó ser «raro» y no me sentí con el derecho de cambiarlo. Era SU nombre, en aquella primera foto que recibí venía escrito y ya me hice instantáneamente a esa imagen asociada a ese nombre. No me planteé quién se lo había puesto, sencillamente sentí que no tenía derecho a cambiarlo.
    Es un nombre que no se escribe como se pronuncia, ningún adulto lo pilla a la primera (algunos niños si) y que nos supone, antes a mi, y ahora a mi hijo un sobreesfuerzo a la hora del ¿cómo te llamas?, ese sobreesfuerzo ayuda a trabajar la autoestima, mi hijo es tímido y sin embargo se enfrenta continuamente a esa reafirmación y creo que es positivo (anteriormente ha ido viendo como yo lo hacía y hoy yo observo como lo hace él, y me gusta oírlo pronunciar alto y claro su nombre).
    Estoy segura que la decisión ha sido la acertada.
    En mi segundo proceso es algo que tenía clarísimo.

    • Con el nombre de mi hijo mayor sucede lo mismo (el del pequeño es algo más «fácil»). Sin embargo, quiero pensar que este sobreesfuerzo es también una forma de ir reflexionando y recolocando temas identitarios…

  14. Luisa Gerpe García dijo:

    Hola, me llamo Luisa. Tengo 2 niñas adoptadas. Y el tema del nombre fue una d las decisiones mas meditadas. La mayor, Rosalía, llegó a nuestra vida desde china, tenía 14 meses y tuvimos claro que iba a ser galega. El hecho d que naciera en china, era anecdótico. La pequeña Irea, llegó de Vietnam hace 6 meses con casi 6años. Pensábamos conservar su nombre vietnamita, pero nos dimos cuenta de que los recuerdos q tiene d su país d origen son muy dolorosos para ella y que prefiere empezar aquí de 0. Integrarse completamente y no pensar q tiene q volver. No es miedo ni sentimiento d propiedad, es ver a nuestros hijos adoptadas como si fueran biológicos. A veces creo q empezamos nosotros el racismo con ese afán de recordarles que no nacieron aquí. Ellas saben donde nacieron y porque están aquí. Saben q una es mi tesorito d china y la otra mi tesorito d Vietnam. Y por lo de ahora ahí se acaba su conexión con eses países. Hablan galego y sienten en galego. Creo q hicimos lo mejor. Tengo amigos con niños etíopes q le conservaron el nombre y también hicieron lo mejor. Creo que lo único q necesitan es amor y si ya vienen de mayores confianza en que esta es su verdadera familia y su definitiva historia. Todo lo demás es secundario. Tendrán q afrontar el racismo, como yo afronté ser gorda, otro ser gafotas, bajito, alto… Como se afrontan las diferencias que nos hacen ser únicos.

    • Yo creo que ningún niño adoptado empieza de cero al llegar a su familia adoptiva, ni siquiera los bebés… por dura que sea su historia, sólo conocerla permite integrarla y seguir adelante… les mantengamos el nombre de origen o se lo cambiemos por otro….

  15. Yo (nosotros) tenía clarísimo que no iba a cambiar el nombre al niño/ a que me asignaran. Pero me asignaron una niña de nombre casi impronunciable, A. Así que decidimos ponerle delante un nombre que también se usa en su país de origen, Z. Lo que son las cosas…tuve que quedarme 3 meses con ella en el orfanato mientras se ultimaban los trámites de adopción y todo el mundo la llamaba por su nombre Malí, y yo también. Al regresar a España me fue imposible cambiar el chip y llamarla por el nombre que habíamos elegido nosotros: ya era A. Su nombre estaba indisolublemente unido a su país de origen y a unas circunstancias muy especiales y no lo íbamos a cambiar. No hemos usado su primer nombre para nada, todo el mundo la conoce por A. Y si es difícil de pronunciar la gente se lo va aprendiendo poco a poco, a mi me parece precioso y es único, no conozco a nadie más que se llame así. Bueno si, a la cuidadora que se ocupó de ella en el orfanato y eligió ese nombre para mi hija. De hecho eso nos plantea un problema este año que empezara el cole, así que como el nombre Z. es inservible hemos decidido modificarlo en los documentos para que sólo conste su nombre útil, que en definitiva es el real. Mi hija se llama Agaichatou, con diéresis en la i, abreviado la hemos llamado siempre Agaicha (pronunciado Aguesha) y posiblemente tendrá que pasarse la vida deletreando su nombre, pero yo también lo hice y aquí estoy, es parte de su identidad.

  16. Yo les he introducido un nombre «español» a mis dos hijas adoptadas mayores. Yo si lo considero un regalo, tienen dos nombres uno se lo regaló su familia biologica/oficial de policía que la encontró y el otro se lo regalé yo. Aún así al ser adoptadas mayores siempre he comenzado llamándolas por su nombre de origen, pero en ambos casos ellas han decidido usar el «español». En el caso de mi hija mayor estuvimos llamándola W (un nombre etíope de dificil pronunciación) hasta que un día ella decidió que la prefería que la llamaramos I, porque nadie decía bien su nombre (y eso le molestaba bastante). Ella sigue usando su nombre compuesto cuando rellena por ejemlo un examen o cuando le preguntan como se llama.
    Mi hija pequeña ya en China decidió usar el nombre «español» (tenía 7 años). Su nombre chino es precioso pero su experiencia en el orfanato en el que estuvo 7 años nefasta, supongo que algún día cuando lo supere lo retomará. En casa la llamo por el apelativo cariñoso que usaban las cuidadoras con ella y cuando lo uso no le gusta, ahora tiene 9 años y está empezando a retomar su nombre chino cuando le preguntan como se llama (añadido al «español»).
    Creo que este es un tema difícil y que los padres siempre intentamos hacerlo lo mejor posible. Yo no creo en los extremos: ni en los defensores a ultranza de conservar el nombre de origen como único nombre y que no quieren ni oir hablar de otra argumentación, ni en los que dicen que cuando el niño llega hay que hacer «borrón y cuenta nueva».
    En mi opinión nuestros niños son mezclas de aqui y de allá, normalmente de su lugar de origen solo conservan el nombre y los rasgos. Es como dicen las adultas chinas- americanas adoptadas, que se sienten bananas (amarillas por fuera blancas por dentro) y, aunque intentemos acercarles a su cultura, no nos engañemos, serán extranjeros en sus paises de origen y aqui también.
    Por ello,por esa mezcla cultural, no veo mal añadir un nombre antes o después del que ya traiga y ellos decidan cuál usan, aunque todas las opciones son igual de válidas

  17. En mi primera adopción teníamos pensado un nombre para nuestr@ hij@, pero cuando la conocimos (7 meses) tenía su nombre kazajo (puesto en el hospital) y empezamos a llamarla por él y fue como la inscribimos. De segundo le pusimos el que nos gustaba que además tiene un signficado familiar importante, pero lo cierto es que no lo usamos nunca. Con la peque no pensamos nombres hasta que estuvo en neustros brazos. Tenía 19 meses y aunque su nombre chino era difícil de pronunciar y de chiste fácil en español, intentamos llarla por él, pero no nos respindía, así que se lo dejamos de segundo y de primero le pusimos uno español al que se acostumbró en 4 días. Pienso que quitarles el nombre (fuese puesto por la familia de origen o por la policía) como si no hubiera existido es como querer borrar su pasado.

  18. Reblogueó esto en morocheandoy comentado:
    Totalmente de acuerdo.
    Si esperamos que un extraño los respete, acepte y reconozca, debemos empezar nosotros primero!

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