familia monoparental, diversidad familiar y adopción

Adoptada, inmigrante

En más de una ocasión hemos buscado los puntos de conexión entre la inmigración y la adopción. Aunque los adoptados lleguen en avión y no en patera.

Hoy quiero añadir el punto de vista de C., adoptada adulta e inmigrante, que me ha permitido compartir aquí.

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¿Es la adopción parte de la identidad? Quisiera decir que no, pero me temo que sí, aunque sea algo adquirido, fruto de las circunstancias, y no inherente a uno. Como ser inmigrante. Nunca se deja de serlo.

Soy adoptada e inmigrante. El inmigrante, si vuelve, no vuelve al mismo lugar del que se fue. El adoptado, supongo, tampoco (no me he reencontrado con mis padres biológicos, así que no se qué sentiría, pero no creo que se puedan recuperar décadas de separación).

Estas circunstancias, en mi vida, se dieron totalmente separadas y sin relación una con la otra.

Me adoptaron al nacer, en Argentina, padres argentinos. Crecí en Argentina y ahí me hubiera quedado para siempre, de no ser porque me surgió una oferta de trabajo en otro país.

Cuando yo comparo estas experiencias, pienso en sensaciones: en ambos casos, uno acaba por habitar un espacio intermedio, es como estar siempre en un puente, eso de ser de dos lugares pero no ser del todo de ningún lugar. Creo que no en vano se habla de «país por adopción» cuando se hace referencia al nuevo país de un inmigrante. El paralelismo con la adopción viene por esa doble pertenencia que es a su vez una no pertenencia, o una pertenencia a un tercer lugar, al puente, un puente que nunca se termina de cruzar ni hacia un lado ni hacia el otro.

Repito: es mi vivencia, mi experiencia y de ningún modo pretendo representar el sentir de otros adoptados que quizás estén totalmente en desacuerdo con esta imagen.

Esto para mí es mucho más claro en la experiencia de mis hijos que en la mía, porque definitivamente yo soy mucho más argentina, aunque por momentos me sienta desconectada con la realidad de allá. Pero en mis hijos, por ejemplo, veo muy clara la comparación: uno de ellos me decía que los amigos le dicen que no entienden por qué se dice argentino si nació y vive aquí y es igual que ellos y habla igual que ellos, pero él me dice: «sí, pero es que ellos no entienden que esa no es toda la historia, no es toda la verdad: yo también soy argentino, y cuando voy a Argentina, siento que es mi tierra también, que entiendo los códigos, pero no todos, tampoco, y hay un momento en el que estoy allá pero extraño este país, y cuando vuelvo aquí, extraño a Argentina, y así estoy, soy de los dos lados y no soy de ninguno».

Agrego algo: más que a la migración, la adopción (cerrada) se parece al exilio, porque se está en el puente, pero a uno de los dos lados, no se puede regresar. El puente está roto en un extremo. Y, al escuchar hace poco a algunos refugiados, pensaba que el paralelismo es aún más fuerte entre adopción y refugio. Los refugiados, igual que muchos adoptados, al ser entrevistados, se apresuran a decir lo agradecidos que están con el país de acogida, lo bien que se han acostumbrado a la nueva comida, etc. Se espera de ellos que digan que están agradecidos, igual que en general se espera que un adoptado lo esté y lo diga. Otra expectativa de quien entrevista y, en general de la sociedad, tanto respecto de los refugiados como de los adoptados, es que estén felices con la nueva realidad y que sólo hablen de lo positivo. Si el refugiado habla mucho de su nostalgia por el país que dejó atrás, genera incomodidad, y por eso rara vez lo hacen; con los adoptados pasa lo mismo. De lo que hay que hablar es de los horrores de la guerra o de los malos padres o de la pobreza de la que se han librado y han sido salvados, no de nostalgias ni de pérdidas, pues esto podría ser visto como una traición, como desagradecimiento. Y tanto refugiados como adoptados si de algo saben es de lo que hay que hacer y decir para sobrevivir y ser aceptados.

Así me siento yo como adoptada. No sé si es claro, pero creo que la dualidad es una característica de la adopción, como lo es de la inmigración, voluntaria o no. En última instancia, quizás la clave de la adopción sea aceptarse como ser dual.»

 

Comentarios en: "Adoptada, inmigrante" (4)

  1. «La adopción (cerrada) se parece al exilio, porque se está en el puente, pero a uno de los dos lados, no se puede regresar. El puente está roto en un extremo. »

    Entrecomillo este párrafo, por que es el que creo más revelador, pero todo, todo, no tiene desperdicio.
    Gracias.

  2. Hija y nieta de migrantes, migrante por decisión propia pero no consciente al momento de decidir partir. Madre adoptiva de una niña nacida en otro país. Psicóloga con más de una decada trabajando con migrantes y refugiados, no puedo más que suscribir cada una de estas palabras y sensaciones…con la certeza de que hay cosas como el desarraigo y la nostalgia que no se pueden entender sin vivirlas en propia piel…

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