Este fin de semana se emitió en Cuatro el primer capítulo de la temporada de «Hermano Mayor», un espacio dirigido a reconciliar a padres con adolescentes imposibles, y se estrenó con un capítulo protagonizado por una chica adoptada, ahora de 20 años.
El programa me pareció muy fuerte.
Fuerte que una adolescente pegue a sus padres. Fuerte que estos se lo permitan durante 5 años. Fuerte que con 20 años la tengan en casa, haciendo lo que hace. Fuerte lo que poquísimo preparados que estaban los padres para la adopción… pero lo que me parece peor, es el enfoque «profesional» que se da al tema. Este tipo, el supernanny de adolescentes, debería estar inhabilitado profesionalmente,… si esto fuera posible en la profesión que ejerce, que es eso que llaman coach. ¿Tan fácil es resolver un problema que lleva años enquistado y en el que ambas partes tienen su dosis de responsabilidad?
Hace algunos días, el psicólogo Jaume Funes (podéis leer sobre él aquí) dio una charla sobre adopción y adolescencia. Noèlia estuvo en ella y ha hecho el siguiente resumen:
Dos conceptos básicos:
1. Primero son adolescentes, después adoptados, después (quizás) tienen alguna dificultad singular. NO olvidar este orden al contemplar su comportamiento
2. ¿Qué tienen de especial los adolescentes adoptados? necesitan mayores dosis de paciencia y esperanza que un adolescente estandard
A continuación, os anoto una ráfaga de ideas que fue apuntando el orador:
-Ver con qué tipos de adolescentes se identificará. Es fácil que tenga tendencia a buscar compañías complicadas, ya que se harán presentes los fantasmas del pasado. Se cuestionará las razones de su abandono y, además, se sentirá mal por creer que está siendo desagradecido con su familia adoptiva.
-La guerra de todo adolescente es ser libre ante unos adultos que lo siguen viendo como un niño. El mayor interés de un adolescente es vivir la vida sin pensar en los peligros (y a la mínima contradicción, se rebota)
-La pregunta ¿y a mi por qué me abandonaron? les lleva a incrementar las conductas de riesgo habituales en los adolescentes.
-Los adolescentes ponen en tela de juicio todo lo que han aprendido, pero pasada esta etapa, lo recuperan, así que es imprescindible que los padres sigamos echando moneditas en la hucha, que algún día las encontrarán.
-La adolescencia es un tiempo para divertirse, para descubrir, así que es imposible protegerlo de todo mal. Los padres solo podemos poden redes de seguridad, enseñarles a protegerse, pero no eliminar los peligros.
-La adolescencia dura mucho, pero se acaba
A continuación, os resumo el catálogo de criterios optimistas que nos ofreció:
1.¿Con qué mirada nos acercamos a nuestros hijos? Hay que esforzarse por buscar las cosas positivas. Además, como todos, en casa suelen sacar su cara más negativa, pero no dejan de tener una positiva.
2. Aprender a mirar, observar y saber preguntar sobre lo que sienten y viven.
3. Tener conflictos no es tener problemas. En general, a los padres adoptivos nos tocará una mayor ración de conflicto. Los chicos necesitan rebotarse y nosotros somos su pared de frontón. Con ellos no sirve cualquier respuesta. A veces tenemos solo una y esta no es válida…
4. No olvidar que la adolescencia es un tiempo de malestar per se. Todo se vive con una gran intensidad y se pasa de un extremo al otro en un plis plas
5. La escuela es un territorio adolescente. Ir a estudiar no es la prioridad, sino que van a relacionarse con sus iguales y a vivir
6. Hay que construir espacios de confluencia educativa a su alrededor. Necesitamos personas muy diversas a su alrededor. Hay muchos aspectos que nuestros hijos difícilmente van a hablar con total libertad con nosotros (sexualidad, temores…), a veces por vergüenza, a veces por temor a herirnos. Funes proponía que tuvieran adultos de referencia con quien puedan hablar con total libertad.
7.Suprimir la distancia, construir la proximidad. Aceptar convertirse en adultos cercanos, demostrando interés por su mundo más que interrogando. Respetar siempre su tempo de disponibilidad, que a menudo no es «práctico» para los padres
8.Querer acompañar. Pensar que estamos haciendo una inversión a medio plazo y que los resultados no serán inmediatos
9. Controlar la angustia que nos producen sus riesgos, pero garantizando que no se destruyan
10. Dejar de tratarlos como menores, tratarlos como sujetos responsables, ayudarlos a marcarse sus propios límites. Yo añado también una frase que leí en algun sitio: enseñarles a ser capaces a decir «no» a lo que piensa el grupo.