Descubrí el blog de Anne Heffron cuando vi la serie This is us (por cierto, se está emitiendo ya la segunda temporada. Yo la tengo pendiente todavía, pero dicen que es tan magnífica como la primera). Este artículo, aunque lleva el nombre de la serie en el título, no habla de ella. Pero me ha gustado tanto que he tomado la decisión de compartirlo aquí.
Voy a conocer a mi padre de nacimiento dentro de unas semanas. En lenguaje de la adopción, a esto se le llama reunión. ¿Cuántos de vosotros habéis tenido una reunión con una persona a quien no habíais visto antes? Quiero decir, parte de mí era un espermatozoide dentro de él, así que me lo encontré como pez, pero era sólo una parte de mí. No tenía mis piernas ni mis dedos. ¿Me reconocería si apareciera en mi forma original? ¿Un pez diminuto, preparado para luchar con el gran huevo por un lugar en el mundo, estuviera este preparado para mí o no? Creo que no. Ni siquiera me vería.
Así es cómo me empoderé como persona adoptada: me dije a mi misma que el mundo tenía tantas ganas de que naciera que hicieron falta dos desconocidos, una fiesta, algo de alcohol, y la decisión de no abortar ilegalmente para hacerme.
Esto va sobre ser real.
Me he dado cuenta de que a medida que me hago mayor, más triste me siento sobre ser adoptada. Me parecía bien cuando era una niña, y entonces cumplí 50 y fue como si alguien me arrancara el cerebro y me diera otro nuevo, uno que apenas podía gestionar el duelo y las lágrimas.
Hablemos de la crisis de la mediana edad. No es solo que nadie hable de ello cuando eres adoptado. Mis padres nunca me dijeron: “Ey, no tienes problema en ser adoptada ahora, pero cuando uno de nosotros muera, podrías volverte loca una temporada”. Nunca dijeron esto porque no tenían ni idea. No tenían ni idea porque las personas adoptadas no hablaban de ello, y si lo hacían, no había nadie con cuadernos para tomar notas.
Intenta explicar a tu jefe que la razón por la que lloras es que te acabas de dar cuenta de que ser adoptada de bebé te traumatizó y ahora que tienes 52 años necesitas irte a casa un año y llorar. Que tengas suerte a la hora de conservar tus beneficios. Tu trabajo. Tu cordura. Tus amigos. Los contenidos de tu estómago.
Así que la palabra “reunión” es ridícula. Como lo es, de hecho, la expresión “padre de nacimiento”. No estuvo en mi nacimiento. No me sacó de la barriga. Inseminador es grosero y no es algo que me gustaría usar para presentarme. ¿Buen tipo? Ya os informaré.
Adoptada es una palabra que he llegado a odiar. No quiero ser una persona adoptada. Como adoptada, no quiero tener padres adoptados o hermanos adoptados. ¿Por qué? Cuando me casé (la primera vez) me quité los zapatos en el altar para que mi inminente marido y yo tuviéramos la misma altura. Todo el mundo en la congregación pudo ver la etiqueta brillante en la suela de mi zapato izquierdo. Ese zapato parecía tan adoptado. Como si nadie lo hubiera querido y hubieran tenido que ponerle una etiqueta para que pudiera encontrar un hogar.
Si yo soy adoptado y tú no, ¿qué eres tú? ¿Te pregunta alguien si tus padres son tus padres de verdad? Hmmmm. Probablemente no. Así que quizás tú eres de verdad. Y yo soy… no de verdad. Yo soy adoptada, y mis padres son mis padres adoptados. Blchhh. No gracias.
Adoptada significa “adquirida como propia por elección”. Esperad. ¿Qué? Yo no me pertenezco a mí misma porque el nombre que me dieron al nacimiento me fue quitado y recibí el nombre de mis nuevos padres. Así que una mejor definición podría ser “adquirida como de ellos por elección”. Pero esperad. ¿La elección de quién? ¿Mía? ¿De ellos?
Necesito una palabra que pueda traducir de forma más limpia y precisa al lenguaje que entiende mi cerebro, el idioma que resuena con mi experiencia de vida.
Y he aquí el problema. El lenguaje que hablo, el lenguaje de una persona adoptada, es diferente de vuestro lenguaje, os llame como os llame – personas no adoptadas. Recordad, vengo de un planeta distinto del que viene la gente que no ha sido adoptada. Vengo de un lugar donde el creador y la creación están separados. En cierto sentido, es un estado sin dios. Vengo de un lugar donde la carne de mi carne desapareció. Vengo de un lugar donde no se me permite tener un certificado de nacimiento original porque, me temo, soy peligrosa.
Quizás la gente está asustada de que prenda este certificado de nacimiento y use la llama para quemar edificios importantes. Quizás la gente está asustada de que publique el nombre de la madre que me parió y le arruine la vida haciendo nuestra conexión pública.
¿Sueno enfadada? ¿Es desagradable leerme? Lo pillo. El otro día alguien me dijo que la madre de unos niños adoptados no podía leer mi blog porque es muy depresivo. Lo gracioso es que yo intento minimizar el dolor de perder una madre antes incluso de que te pudiera coger en brazos.
Así que, al grano, aquí está mi palabra para reemplazar adoptada: jodida.
Esto suena más real. Ahora cuando vaya al Kaiser con mi misterioso dolor abdominal, puedo contarle al doctor que estoy jodida y probablemente recibiré más atención que si digo que soy adoptada. Si volviera a la Universidad y volverá a pensar en abandonar, podría ir a mi consejero y decirle que estoy jodida, y me haría más caso que si hubiera dicho que soy adoptada. Si estuviera mirando a mi segundo marido, incapaz de conectar con otra persona de la manera en la que todos mis amigos parecen poder hacer, podría haberle dicho que estoy jodida, y más probablemente me habría comprendido mejor que si le dijera, como hice, que soy adoptada.
Una vez, cuando mi hija era pequeña, estaba en el asiento trasero cuando alguien me cortó el paso. Dije, en voz alta, “¡Joder!” y entonces mi dulce niña, en voz alta, dijo lo mismo. Entre en pánico y me reí al mismo tiempo. Ella era tan perfecta, tan pura, tan dulce, y esta palabra, una línea de rabia oscura, salía repetidamente de su boca porque su madre se estaba riendo.
Resulta que me encanta la palabra “joder”. Sienta bien decirla y, si eres de Boston como yo, es como un miembro de la familia. Joder es mejor que jodida porque una es acción y la otra implica que actúen sobre, y yo no quiero pasar mi vida siendo alguien sobre quién se actúa. Así que mi objetivo es joder en vez de ser jodida. Quiero ser un verbo. En mi sesentena, cuando voy al médico y la enfermera me pida por mi historia familiar, puedo decir simplemente Joder.
Qué bien sentaría esto.
Joder, no puedo esperar a hacerme mayor.