familia monoparental, diversidad familiar y adopción

Archivo para febrero, 2018

Madres blancas, hijos negros

Uno de los temas recurrentes en este blog son las dificultades de criar hijos negros siendo sus familias blancas. Al pasar de los años, muchas familias transraciales, la mayoría por adopción, nos hemos ido acercando, primero de forma virtual y más adelante, cara a cara, para intercambiar información y para que nuestros hijos tengan cerca familias parecidas. Y porque nos hemos entendido y hemos acabado convirtiéndonos en amigos. Hace unos meses, algunas de estas familias nos constituimos como asociación: la Asociación de Madres Blancas con Hijxs Negrxs, AMBHIN.

Hace alguna de semanas, se organizó en Barcelona uno de los primeros actos de la asociación: un encuentro con Mark Hagland, adoptado coreano en una familia blanca norteamericana. Yo no pude viajar y me la perdí, pero comparto aquí algunas de las cosas que se hablaron:

¿Qué papel crees que debemos tener las madres/padres blancxs con hijxs no blancxs en el activismo antirracista?

Es una buena pregunta. Lo primero es apoyar a vuestrxs hijxs, siempre a su lado, eso ya es un punto positivo.  Para poder apoyarles, un paso fundamental es educarse, aprender sobre raza, racismo, privilegio blanco. Aprender como, la sociedad en la que viven, interpreta estos temas, cultural y políticamente.

Lo siguiente es buscar la manera de convertirse en una auténtica persona aliada en la lucha antirracista. Y eso ya abre otro debate ¿Qué es un aliadx? El espectrum es muy amplio, un aliadx puede ser alguien que hace algo de forma muy informal, en su entorno más cercano. Pero también puede ser una persona que organiza eventos más importantes, más formales, depende de la situación y disponibilidad de cada uno. Es importante que pregunte a las personas racializadas que necesitan, como apoyarlas. Como he dicho depende mucho de la situación personal, cada persona es un mundo.  Hay muchas maneras de convertirse en un buen aliadx, desde la parcela más individual hasta la política. Pero para todo ello es imprescindible una educación continua. En Estado Unidos siempre decimos que es importante que la lucha la lideren las personas racializadas. La historia del movimiento por los derecho civiles en estados unidos es larga y compleja. La situación en España es diferente, aquí aún no existen líderes históricos no blancos, no existen organizaciones y estructuras sociales ni políticas no blancas bien asentadas. La ausencia de políticos racializados en las estructuras del estado son un indicador. Así que hay que establecer las bases para llevar a cabo este trabajo, es importante ayudar a la gente racializada, apoyarla en esta labor

¿Qué piensas de nuestra asociación AMBHIN?

Es una idea excelente, creo que debéis empezar desde vuestra realidad. Vuestra posición tiene mucho potencial, utilizar vuestro privilegio blanco, de personas educadas, de clase media, para apoyar a las personas racializadas y establecer las bases para trabajar conjuntamente en la lucha antirracista.

En la actualidad disponemos de mucha más información sobre la complejidad de criar a un niñx racializadx siendo blancx que cuando tú eras pequeño. Como familias disponemos de mucha información y recursos que antes no existían ¿Existe el riesgo de la sobre exposición ante tanta información?

El camino de una persona adoptada transracial, el camino de una persona que pertenece a la comunidad lgbti, el camino de una persona no blanca, es de por vida. Es importante educar, sí, pero también hay que saber cuando la persona no está lista. Para ayudar a alguien hay que saber en qué lugar de su camino se encuentra, que es lo que puede gestionar en ese momento y lo que no. Hay momentos en los que, debido a nuestra situación personal, no podemos entender algunas cosas y es mejor esperar el momento adecuado.

Y respecto a los niñxs hay que tener en cuenta, además de la edad, el estado emocional en el que se encuentran. Hay que saber gestionar la información, los niñxs deben entender que estamos dispuestos a hablar con ellos de cualquier tema, racismo, adopción, que estamos dispuestos a compartir información con ellos, pero no debemos obligarles a que abran esa puerta si no lo desean. Hay que esperar el momento adecuado, el momento en el que la persona está lista para comprender y aprender.

¿Y a las madres/padres como nos puede afectar esta sobre información?

Es fácil sentirse desbordado. Por ello es necesario previamente educarse sobre estos temas, aprender, reflexionar, tener tiempo para digerirlos, porque todos estos temas son muy complejos. He conocido a madres y padres muy angustiados al abrir los ojos ante el racismo. Y reaccionan intentando controlarlo todo para asegurarse de que sus hijxs estén bien. No es necesario que las madres y padres compartan todo lo que han aprendido, lo que han leído hace unos minutos. ”¡Mira! acabo de leer este artículo terrible sobre racismo” Es fundamental reflexionar antes sobre el impacto que pueden tener nuestras palabras.

¿Cómo conjugar la necesidad de educar a nuestrxs hijxs sobre el racismo con el derecho, tanto de lxs niñxs como de las personas adultas, a tener fe en la vida, en el  futuro?

Yo veo todos los días madres y padres adoptivos blancos que al descubrir que el racismo existe de verdad, es como si vieran la luz y viven una experiencia muy dramática y difícil. Pero claro, los madres y padres racializadxs ya han aprendido muchas cosas a través de sus propias experiencias y les sale más natural compartir la realidad con sus niñxs, también a través de las experiencias que viven día a día. Yo aconsejo a las madres y padres blancos con hijxs racializadxs que lo hagan muy poco a poco, desde que sus hijxs son muy pequeñxs. Como dije en la charla, no recuerdo un momento en mi vida en el que no fuera consciente de que no era blanco. Muchos padres adoptivos me dicen “!Por Dios! No puedo hacerle esto a mi hijo, no puedo herirlo hablándole de racismo” Mejor espero a que… sea más mayor” (no sé a que esperan…(¿a que tenga 50 años?). Y yo les digo que es un trabajo paulatino, cuando tu hijx tiene 4 años, empiezas a por asentar los cimientos y es como construir un edificio, vas muy despacio. Lxs niñxs pequeñxs ya tienen una comprensión básica de lo que es justo, por ejemplo, les planteas como sería si en el colegio se repartieran chuches solo a los niñxs blancxs. Puedes empezar con cosas así, de una manera muy simple planteando lo que es la igualdad y la justicia, para seguir construyendo paso a paso, juntos.

Es decir que empezarías hablando de raza

Sí. Es importante saber que los niñxs más pequeñxs piensan en términos muy concretos. Hay que evitar siempre términos relacionados con la comida, como “tú eres chocolate, yo soy vainilla” y cosas así.  Horribles. Pero sí es importante decir “tu eres negrx, tu piel es de color marrón, yo soy blancx, mi piel es de color rosa claro, beige” y sobre esos conceptos seguir avanzando.  Hay que hablar siempre en términos concretos, reales, pero adaptados a edad y estado emocional. Quiero decir no hay que explicar a un niñx de 3 años la historia completa de la esclavitud. Como no me canso de repetir, es un camino de por vida y lleno de etapas

En España muchos padres o madres blancos de niñxs asiáticxs no están tan implicados en estos temas como los que tienen niñxs de origen africano. ¿Pasa lo mismo en Estados Unidos?

Existe una explicación nefasta, y es que creen que ser una persona asiática es muy parecido a ser una persona blanca y esto es horrible para el niño y, evidentemente, no es verdad.  Además de ser perjudicial para lxs niñxs es totalmente falsa la creencia de que un niñx asiáticx no sufre racismo.  Las personas asiáticas experimentamos racismo todos los días, incluso de pequeñxs, un racismo algo más amable, no tan agresivo y eso es lo que hace que los padres crean que no existe. Y esto es trágico para sus hijxs porque si los padres no ven el racismo, ¿cómo van a poder dialogar con sus hijxs, cómo van a apoyarles?

¿Que diferencia hay entre el racismo que sufre una persona asiática y el que sufre una persona negra?

¡Ese es un tema que da para otro libro! Es un racismo más sutil, a veces menos agresivo. En Estados Unidos tenemos el mito de la minoría modelo y eso complica aún más las cosas. Vivimos en una sociedad con una jerarquía del racismo, así que lxs asiáticxs nos encontramos con una dificultad añadida al enfrentarnos a una sociedad que nos sitúa un escalón por encima de otras personas racializadas. Es perjudicial para lxs asiáticxs pero también lo es para las personas negras o latinas. Somos personas racializadas y sin embargo… no se nos considera blancxs, pero tampoco tenemos derecho a ser considerados no blancxs, ni a protestar y reivindicar nuestros derechos, es como si nos situaran en tierra de nadie.

¿Como podemos educar las madres y padres blancos a nuestrxs hijxs no blancxs?

La clave está en compartir, compartir y compartir. Compartir historias, perspectivas, la sociedad avanza por que las personas comparten continuamente

La adopción transracial es tan compleja y tiene tantas capas que una sola persona, una familia aislada no puede abarcarlo todo sola, de forma aislada. La comunidad de familias transraciales tiene un poderoso potencial para avanzar si todos sus miembros comparten, experiencias, perspectivas…

Por último ¿Qué pregunta te gustaría que te hubiera hecho?

Cual es mi color favorito! ¡El azul! No, seriamente

Quiero decir a los padres tranraciales  algo que me parece muy importante. Las madres y padres blancos deben asimilar que el camino es largo y lleno de etapas, que es un camino a recorrer de por vida, que es complejo y que hay que cargarse de paciencia.  Y es que yo veo mucha impaciencia entro las madres y padres blancos con hijxs racializadxs. Se acercan a mi con una pregunta que esperan les de la clave de todo. Pues no, es mucho más complejo que eso, no existe una sola respuesta y hay que ser pacientes y constantes. Yo tengo 57 años y sigo en ese camino interminable, aprendiendo, avanzando. Es un camino complejo pero también enriquecedor, como dije en la charla. Todos los acontecimientos de mi vida me han llevado a una vida enriquecida con múltiples experiencias y me han dado una perspectiva que de otra manera no tendría.  

 

 

Cambios y consecuencias

La imagen puede contener: una o varias personas

Una adopción implica muchos cambios para las principales personas interesadas, los adoptados. El lugar donde viven, la familia, los usos y costumbres, la nacionalidad, la filiación, el sabor de lo que comen, las canciones con las que se duermen, la ropa que llevan, sus apellidos, el idioma en el que piensan, la religión en la que serían criados… algunas son inevitables, o difícilmente evitables, pero otras son optativas: forman parte del privilegio de los padres y las madres que adoptamos.

Pienso en cosas como el nombre o el lugar de nacimiento en la documentación, que se puede optar por mantener o por cambiar.

Cuando te empiezas a plantear la adopción, y preguntas e investigas sobre la conveniencia o no de hacer este tipo de cambios, obtienes respuestas dispares. Igual te dicen que hay que mantener el nombre «porque ya pierden bastantes cosas» como que «ponerles un nombre es una forma de ahijarlos»… Que mantenerlo es una muestra de respeto o que darle un nombre, una muestra de interés y cariño. Supongo que al final te quedas con lo que te dé una excusa para mantener tu postura.

Entre los argumentos para cambiar el nombre y el lugar de nacimiento están, inevitablemente, los que hablan de racismo, discriminación y hacer la vida más fácil.

Pero, ¿sufrirían menos racismo y xenofobia si en vez de Addis Abeba pusiera Barcelona? ¿Los «inmigrantes de segunda generación» sufren menos discriminación? ¿Las familias inmigrantes no llaman Jordi a sus hijos?

¿No es mejor luchar para terminar con una discriminación como esta – y visibilizarla y denunciarla con la fuerza que da nuestro privilegio blanco – que cambiarles el lugar de nacimiento y el nombre y no preocuparnos de que otros niños sufran esa discriminación?

¿Cómo les protegemos más: blanqueando/españolizando su lugar de nacimiento y su nombre o manteniendo los originales? ¿Visibilizando o disimulando el hecho de que son adoptados?

El que es racista, rechaza al inquilino o empleado por el nombre o el lugar de nacimiento…. o lo hace por el color de piel cuando conoce al Jordi de Barcelona negro. Y si es así, ver a un racista antes o verle cuando lo es de una forma más sutil, también es una forma de protegernos… ¿Lo que hacemos para protegerles quizás sirve para algunas cosas pero les hace más vulnerables en otros sentidos? ¿A veces, queriendo proteger, desprotegemos?

¿Qué mensaje les transmitimos cuando les decimos que es más seguro para ellos ser «menos africanos», «menos musulmanes»- y qué mensaje les transmitimos si no cambiamos estas cosas y les dejamos más expuestos?

No dejo de darle vueltas a la contradicción que supone elegir adoptar a niños negros, con nombre Vietnamita, nacidos en Cali, en un lugar donde la religión es omnipresente… para cambiar este nombre, lugar de nacimiento, vivencia de la religión. Contradicciones en las que todos caemos y que gestionamos como podemos.

Y sabiendo siempre que, tomemos las decisiones que tomemos, toca reflexionar sobre ellas, antes, durante y después.

Cuando la ansiedad se presente como ira, no te asustes

Tanto en nosotros mismos como en nuestros hijos, a veces se presentan emociones que no resultan fáciles de identificar y menos aún de gestionar. Unos días atrás encontré este texto, que me pareció muy revelador.

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He sido ansiosa desde que tengo uso de razón. Pasé de ser una niña ansiosa y torpe a ser una adulta ansiosa y torpe. Cuando era adolescente me diagnosticaron de ansiedad y depresión, pero fue más de adulta que aprendí lo que realmente significa ser ansiosa de mejor forma.

Tener ansiedad no sólo significa estar nerviosa o preocupada. Cuando mi mente empieza a correr y no puedo decidir en qué me debo concentrar, eso es ansiedad. Cuando siento que el pecho me va a explotar por la presión, eso es ansiedad. Cuando le contesto mal a un compañero de trabajo sin motivo alguno, o estoy de mal talante sin explicación, eso es ansiedad. Cuando me paso todo el fin de semana preguntándome si me despedirán por algo que dije el viernes, eso es ansiedad. Cuando me echo a llorar en cualquier momento, o a reír, o a saltar, eso es ansiedad. Cuando me zafo a último minuto de los planes que he hecho con otros, créeme: es ansiedad.

La ansiedad se presenta de muchas formas diferentes que quizás no sean obvias. Desafortunadamente para mí, la mayor parte del tiempo mi ansiedad se manifiesta como ira. ¿Qué significa eso? Significa que cuando me siento ansiosa internamente, externamente se manifiesta como que estoy enfadada. Cuando era niña y a mi hermana la consolaban cuando estaba agobiada, a mi me regañaban por estar de mal humor. No culpo a mis padres, porque realmente me comportaba como una niña odiosa. En esa época mi enojo-ansiedad se veía como que estaba de mal humor todo el tiempo. Cuando perdía en un videojuego, lanzaba el mando al suelo. Cuando mi hermana me molestaba, le pegaba. Pequeños detonantes eran grandes detonantes y mi nivel de enojo-ansiedad era cambiante momento a momento.

Hoy en día, con la ayuda de medicamentos, mi enojo-ansiedad es más sutil, pero sigue siendo debilitadora en ocasiones. La ansiedad me hace responder bruscamente sin pensar y lo que digo suena completamente diferente en mi cabeza a lo que sale de mi boca, me paso pensando en ello días enteros, pero soy demasiado ansiosa cómo para corregir lo que dije al principio. Es un efecto «bola de nieve» que se puede salir de control. Cuando hablo de forma negativa, me quejo o despotrico, eso es generalmente ansiedad. Inclusive al escribir esto, siento el pecho como si alguien me lo estuviese pisando con tacones de aguja. Eso es ansiedad.

No quiero ser irritable, ni mala, ni malhumorada. Hago lo que puedo para controlarlo, pero a veces no es suficiente. A veces todavía me duermo, sin razón aparente. La razón es la ansiedad. Por favor, intentad ser pacientes. 

Reflexiones en torno al hijo de un donante

La entrada anterior generó en algunos grupos de las redes sociales bastante feedback. Sobretodo en los grupos de MSPE (madres solas por elección) que se sintieron en muchos casos cuestionadas por algunas cosas de las que el autor del texto decía. Volvieron a salir temas recurrentes de discusión, como la necesidad o conveniencia del anonimato del donante, la distinción entre donante y padre o cómo se puede transmitir a nuestros hijos nuestro modelo de familia y nuestras decisiones para que no se sientan mal con ello.

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Estas son mis reflexiones al respecto (aplicables igualmente a la adopción, aunque caso, en este caso no hablaríamos de «donantes»:

Después de leer montones de mensajes, me llama la atención que muchos de ellos (no todos pero tampoco pocos), se centran en las madres: qué quieren, qué piensan, qué opinan, qué desean, qué esperan, qué temen… Me parece normal, sobretodo cuando nos planteamos la maternidad, y también cuando los niños son pequeños. Pero creo que es necesario dar un paso más y empezar a centrar el asunto en los hijos. En lo que ellos desean, piensan, quieren, esperan, temen, buscan… Muchas explican lo que le van a transmitir a sus hijos sobre su decisión, modelo de familia, etc, y es fundamental tener esto pensado. Pero creo que hay un momento en el que es necesario cambiar el punto de vista y dejar de pensar en lo que vamos a decir para pensar en cómo vamos a escuchar. Escuchar a nuestros hijos, darles espacio para que compartan con nosotras sus reflexiones, dudas, preguntas, miedos, emociones, que no son siempre las previstas… sin miedo, sin reticencias, sin pensar que van a dañarnos si sienten cosas distintas a las que hemos previsto.

Puede ser que nuestros hijos no tengan interés en sus donantes, aunque sinceramente, creo que es extraño no tener curiosidad por de dónde procede el 50% (¡o el 100%!) de tu genética, que determina muchas cosas. Pero también puede ser que lo tengan, pero que les hayamos transmitido que es un tema del que no se puede hablar. Porque nos hemos pasado la vida quitándole importancia, porque hemos cambiado de tema cada vez que ha salido, porque hemos convertido en tabú la palabra «padre» (que saldrá, saldrá montones de veces, y que tiene una acepción puramente genética que sí corresponde al donante de nuestros hijos). Y puede ser que busquen en secreto, o renuncien a buscar aunque quieran hacerlo porque tienen miedo a hacernos daño, o que lo hagan cuando hayamos muerto.

Ahora mismo la donación es anónima. Esto quiere decir que ni los donantes pueden acceder a la información sobre los hijos concebidos (aunque muchos puedan tener interés en ello), ni pueden los hijos. Tampoco las madres si son ellas quienes tienen esta curiosidad. Es posible que las leyes cambien, es posible que no. O que cambien y no sean retroactivas. Pero de lo que no hay duda es de que la realidad, la sociedad, cambia. Hay dos elementos que hace unos años era inconcebible hasta dónde nos podrían llevar: el ADN y las redes sociales. En todo el mundo, personas adoptadas desconocedoras de sus orígenes, están encontrando a sus familias de origen a través de análisis de ADN. Hay grandes bancos de ADN en los que uno se inscribe y no solo puede conocer su origen genético sino también encontrar a parientes más o menos lejanos que les permitan terminar triangulando a sus progenitores… Después, solo es cuestión de googlear nombres, lugares de origen, buscar en Facebook… y voilà. Esto también pasará con los niños concebidos por donante, nos guste más o nos guste menos. Y no vamos a poder decidir que nuestros hijos recurran o no a estas cosas… lo único que podremos decidir es acompañarles o no.

Hay muchos mensajes señalando que un donante no es un padre. Es cierto solo parcialmente: un donante es un padre en una acepción fundamental: un padre biológico; aunque no sea el padre social, con el que compartes el día a día. Ni el padre legal (que como vimos en el post anterior, puede coincidir o no). Pero que no sea un padre, que nuestros hijos estén de acuerdo con nosotras en esta distinción (con la que pueden estar de acuerdo o no), no quita que sean mucho más que alguien que dona sangre o incluso un riñón (un paralelismo al que suelen recurrir las madres de personas concebidas con gametos de donante): son los que han aportado el 50% de su genética (el 100% en algunos casos) y han hecho posible su existencia. Es normal que tengan curiosidad por saber quiénes son estas personas. Para ver si se parecen a ellos. Para conocer sus motivaciones. Para conocer el riesgo de enfermedades. Aunque no busquen un padre. Y si lo buscan, tampoco es tan grave.

Por último, muchas remachan con la frase «pues no haber tomado la decisión de tener un hijo con donante». No estoy de acuerdo. Creo que ver claroscuros en nuestra decisión no es un impedimento para tomarla (otra cosa sería no verlo claro en absoluto…) sino que tiene que servir para tomarla sabiendo que nos tocará gestionar cosas muy complejas. Que tendremos pocos referentes. Que tendremos que investigar, preguntar, preguntarnos, observar y escuchar a nuestros hijos y procurar prepararnos para dar respuesta a sus necesidades. Que pueden ser necesidades que no previéramos al tomar la decisión. Que vamos a tener que acompañarles en momentos muy complejos y que para esto vamos a necesitar tener la mente abierta. Estar decididas a mirar las cosas desde otros puntos de vista, a cambiar de perspectiva, a salir de nuestra zona de confort. Y que esto no es malo. Que cambiar de opinión, aprender, crecer… no tiene nada de malo.