Edades
Cuando empecé el primer proceso de adopción, alguien me dijo que la mayor diferencia entre adoptar niños pequeños y niños mayores no está tanto en los niños (dificultades de adaptación pueden existir en niños de todas las edades; y cada momento tiene sus ventajas y sus inconvenientes) como en los padres: familias que tienen una paciencia infinita con los bebés, que aguantarían cualquier cosa, noches sin dormir, llantos sin explicación, vómitos día sí y día también, cargarles todo el día en brazos… pretenden que sus hijos llegados de mayores se adapten en pocos meses, que aprendan el idioma, se comporten como si hubieran vivido (y sido educados) toda la vida por nosotros y ¡¡hasta saquen buenas notas!!
Creo que tenía mucha razón. Con los niños adoptados puede suceder que tengan una edad física distinta a la edad intelectual, que a su vez es distinta a la edad emocional, y aún diferente a la edad que tiene el vínculo con nosotros.
R., madre de dos niñas llegadas a su vida con 10 años, y de 2 niños que llegaron de bebés, dice siempre que es mucho más difícil apegarse a un niño mayor que a un bebé. Los bebés están diseñados genéticamente para gustarnos, para que cuidemos de ellos, para que no podamos resistirnos… A los mayores esto no les pasa, y si llegan a edades tan tardías como los 10 años de sus hijas, se añade además que tienen que empezar a separarse de sus padres, como todo adolescente, cuando probablemente aún no se han apegado lo suficiente. A mí me ha pasado con mis hijos (¡y nos perdimos menos de 2 años de convivencia!), que durante años pensé que el tiempo pasado juntos no había sido suficiente… La ventaja que tenemos nosotros es que tenemos mucha infancia por delante…
¿Y cómo afrontar todas esta diacronías? Yo cuando no entiendo a mis hijos, aplico un sistema que me recomendó B., madre de una niña llegada de Haití, y que me ha venido como Mano de Santo: les trato como si tuvieran la mitad de sus años.
PD. Desde el blog Al Kafala me han puesto sobre la pista del último editorial de la revista Niños de Hoy, que efectivamente, podría haber firmado yo.