familia monoparental, diversidad familiar y adopción

Archivo para septiembre, 2023

Cuando no sabíamos nada

Me cuenta H., madre de una niña de 6 años que fue adoptada en Vietnam, que hace unos días estuvo hablando con una adoptada adulta, de China, sobre las vivencias de esa chica y la forma como H. enfoca la adopción de su hija.

La chica le dijo a H. que le parecía que lo estaba haciendo muy bien (así es sin duda) y que sus padres adoptivos, claro, eran de otra generación y no habían sido tan abiertos. Entonces, claro, no había tanta información.

Eché cuentas y pensé que los padres de esa chica probablemente adoptaron más o menos al mismo tiempo que yo; efectivamente, entonces no había tanta información. Tuvimos que buscarla debajo de las piedras, en páginas y blogs franceses y norteamericanos, buceando en las redes en busca de adoptados adultos y sus reflexiones. En libros publicados en inglés que nos pasábamos bajo mano como quien trafica con material inflamable. La herida primaria, Más allá de las consecuencias, la lógica y el control, La hija de la amante, Piel color miel… Y tuvimos que pensarla también.

Le dimos muchas vueltas a casi todo, al racismo, a la ética de la adopción, a la búsqueda de orígenes, a la necesidad de referentes, al papel de la familia biológica y el nuestro, a las dificultades del mundo escolar, la monoparentalidad, a las secuelas del abandono, de la institucionalización, de la adopción. Y no solo tuvimos que aprender, también desaprender muchos lugares comunes y verdades establecidas, que madre solo hay una, que el color no importa, que el amor es suficiente.

Todas esas madres (casi siempre madres, algún padre) que nos fuimos encontrando en las redes, en los foros de adopción, en este mismo blog que hubo un tiempo que era casi un foro, que creamos nuestros propios grupos – AdoptarSiendoSoltera, AdopciónDeMayores, AdopciónEnAfrica, AdopciónEnEtiopía, Al-Kafala, LaTríadaDeLaAdopcion, y, sobre todo, Vínculo – y fuimos tejiendo redes personales, conociéndonos en persona, compartiendo y reflexionando y cayendo y levantándonos y volviendo a trastabillar y cometiendo muchos errores y algunos aciertos, planteando preguntas que a veces daba miedo plantearse y cambiando las respuestas a medida que aprendíamos y creciendo mientras veíamos crecer a nuestras criaturas.

Y que sí, las cosas han cambiado mucho. Y algunas de nosotras, en nuestra pequeñísima parcela, contribuimos a que cambiara.

Los niños crecen

En el verano de hace 17 años llegaba con mi primer hijo en brazos. Este verano aquel niño diminuto y revoltoso se ha convertido en un chico que trabaja, ha vivido lejos de casa, empieza a gestionarse sus cosas… un adulto, vaya.

Como si nada han volado estos años y ahora nos enfrentamos a nuevos retos, retos que nunca habíamos imaginado aunque intuyéramos que terminarían por llegar. El de ver a nuestros hijos no crecer, sino crecidos, mayores, el de verles preparándose para volar.

Esto que tan bien relata M., madre de una niña que llegó en sus brazos en aquel verano de hace 17 años y que ahora también es una adulta que ya estudia – vive – lejos de ella.

Verano del 23

En la ristra de palabros medio robados del inglés que vamos acumulando para blanquear y echar brillantina a la precariedad, este verano hemos descubierto “Staycation”. Así se le llama, al parecer, a no poder salir de casa durante las vacaciones, no poder viajar o veranear.

Como Manolito (pero sin patio) hemos pasado el verano del 2023 en la ciudad, pero una ciudad capaz de recibir en un año 28 millones de turistas tiene muchas cosas por hacer y muchos lugares por ver, y más después de 8 años de exilio.

Intentar hacer bajar el montón de libros por leer, playa, paseos, amigas, poner orden a la casa, dormir, ir al mercado, tomar el aperitivo, algún museo, las fiestas de los barrios…

Ha sido el verano del regreso al cine, después de tantos años. De volver a coger las rutinas, la cola, la elección de la película, la charla de después. Oppenheimer, Te estoy amando locamente, El regreso de las golondrinas, entre otras, y también, claro está, Barbie.

Me reí y pensé y me sentí identificada y me gustaron los guiños y el mensaje. Nunca fui de Barbie, yo, y siempre tuve muchos prejuicios hacia la muñeca y el concepto y lo que transmite, y buena parte de esos prejuicios me los fue desmontando Bone (así se llamaba en este blog, cuando los comentarios lo convertían en una especie de foro), con su afición a las barbies negras y su paso por las convenciones de Barbie y su sabiduría infinita, que aplicaba, también, a eso. No dejé de pensar en ella viendo la película y en lo que la habría disfrutado; pero murió en 2020 y me entristece que se haya perdido una movida como esta, y tantas otras cosas. Lo peor, lo más triste y más duro, no poder ver crecer a sus hijos.

También ha sido el año en el que B. ha empezado a trabajar. Le contrataron para la cocina de un restaurante en el pueblo de su abuelo, y se fue con medio susto en el cuerpo, ¿y si no sé hacerlo? ¿y si es demasiado para mí? Pero enseguida descubrió que podía y quería y lo disfrutaba, le ha gustado el trabajo, ganarse su dinero, ser útil, ser valorado, sentirse querido.

¿Eres la madre de B.? Es una bellísima persona.