Hace un año, los personajes del momento eran Greta Thünberg, Marie Kondo. Cada una a su manera intentaban hacernos poner orden. ¿Dónde están ahora? Dice M. que quizás Marie Kondo se colapsó cuando nos vio almacenar papel higiénico, harina y levadura en el primer confinamiento; el coronavirus ha borrado la emergencia climática, a pesar de que lo que nos ha llevado a esta pandemia que ha alcanzado en décimas de segundo cualquier rincón del planeta es lo mismo que denunciaba Greta Thünberg: la voracidad sin fin de esta humanidad que se han confundida a si misma con el capitalismo.
Es más fácil imaginar el fin del mundo que el capitalismo, dijo un filósofo (la frase se ha atribuido a dos de ellos, Fredric Jameson y Slavoj Žižek).
Un año más tarde, sigue habiendo temas de debate más allá del Covid-19 (y la nevada que sigue teniéndolo todo colapsado: mientras las autoridades madrileñas piden que se declare zona catastrófica, en la escuela nos piden que vayamos a quitar nieve y que llevemos nuestras palas).
Uno de los temas de los que antes de ya habría escrito hace muchos días, es el de los permisos parentales. Un artículo que se publicó ayer me inspiró estas reflexiones:
Mucho que desenredar en este artículo…
Se agradece el esfuerzo por usar un lenguaje inclusivo, pero hablar de «parejas, madres no gestantes o padres» deja fuera a las familias en las que ninguna de las personas progenitoras somos madres gestantes.
La maternidad es mucho más que «parto, puerperio, leche materna, cambios corporales», incluso cuando estos existen.
«Nacer viene con premio para uno de los progenitores»… bueno, el doble de cuidados es un premio para ambas personas progenitoras, y también para la criatura.
¿Por qué damos por buena la idea de que “Cuando tienes hijos, uno de los dos va a ver jodida su carrera»? ¿No es más lógico que, cuando hay dos personas progenitoras, ambas pierdan un poco y ninguna pierda del todo? Hay un estudio muy interesante, escandinavo, claro, que analiza que en las parejas heterosexuales, la parentalidad implica para la madre un descalabro profesional del que nunca se recupera mientras que al padre apenas le pasa factura; en el caso de parejas de dos madres, ambas pierden comba al principio, pero ambas recuperan el paso a los pocos años… a ver si el problema no va a ser la maternidad.
¿Por qué damos por bueno que Petra, la plataforma que reclama que los permisos paternos puedan transferirse a las madres, se arrogue el calificativo de «feminista», como si otras opciones y miradas no lo fueran? Por cierto, aseguran que llevan años reivindicando el aumento del permiso de maternidad (que sí, es ridículo), pero, si no lo recuerdo mal, Petra nació no cuando los permisos eran de 16 semanas sino cuando a estas 16 semanas se les sumaron las 16 de la segunda persona progenitora… ¿les molesta que los permisos de las madres sean escasos o que los de los padres – otras madres – parejas – sean iguales a los de ellas?