Olor a verano
El olor a limpio de las sábanas blancas lavadas con lejía colgadas a secar en el jardín.
El alquitrán pegado a las aletas de la nariz mientras tiras papel de water desde la barandilla del barco y te despides de tu ciudad y los que quedan en ella.
La goma de las gafas de bucear y las aletas nuevas.
El olor a polvo y peladillas de los libros viejos que redescubres tras un año fuera.
Los melocotones dulces y dorados.
La higuera en la que anidaron los sueños de nuestra infancia. Ese aroma dulce y espeso de fruta madura, y el zumbar de las avispas.
La intensidad de los pinos a lado y lado de la carretera mientras te vas acercando a la playa.
El tomillo sobreviviendo en caminos polvorientos mientras las cigarras te ensordecen.
La cocacola chisporroteando en un vaso con hielo y limón.
Las berenjenas dorándose en la sartén para la tortilla de la cena.
Los tomates, la albahaca, el aceite de oliva.
La paella de R., con el socarrat justo.
El aftersun secándose en la piel después de la ducha al regreso de la playa.
El aire impregnado de sal cuando paseas al atardecer y escuchas los sonidos de las cocinas donde se está preparando la cena.
Los jazmines que se abren por la noche y perfuman el camino de regreso a casa después del cine, mientras la música suena de fondo.