Hace unos días, una madre de acogida de Colombia, llamada Silvia Fernanda, dejó un comentario en una entrada antigua que me parece impagable. Le he pedido permiso para traer su testimonio en forma de entrada, para que no se pierda en el marasmo de comentarios antiguos.
Yo no tengo ninguna duda de que las familias de acogida sufren una pérdida, una pérdida enorme. Me he preguntado a menudo cómo se gestiona el apego, el amor incondicional que necesita cualquier niño y más un niño dañado, con la certeza de que va a haber que separarse de él; cómo se hace para no poner barreras para protegerse de este dolor inmenso.
Creo también que a veces minimizamos el dolor por las pérdidas de nuestros hijos, la necesidad de hacer un duelo… pero estoy segura de que la adaptación, el vínculo, será más fácil precisamente cuando estos niños han sido queridos, se han apegado, han tenido una familia. La transición puede ser triste, pero les han enseñado a querer: y esto no se olvida.
Quizás no se acuerden de sus acogedores, de su cara, quizás no sepan sus nombres, quizás ni siquiera tengan recuerdos de dónde vivieron antes de llegar a su hogar definitivo… pero lo que han compartido forma ya parte de ellos.
No entiendo por qué se cuida tan poco a las familias acogedoras. Por qué no se propicia que la relación se mantenga, de una manera u otra, por qué no se intenta convertir esa familia sustituta en familia extensa del niño que han criado. Por qué algunos padres adoptivos se sienten amenazados por el hecho de que su hijo haya sido querido, por qué parece que cortar los lazos puede tener algún beneficio para la criatura. Me cuesta mucho de entender.
Quería compartir con ustedes la experiencia que he tenido con la adopción, durante muchos años mi familia y yo hemos trabajado con el icbf, como hogar sustituto. Una casa normal, con una familia normal a donde son llevados los niños que por algún motivo han sido abandonados por sus padres, o no pueden estar con ellos por diversas problemáticas; durante este tiempo he conocido impactantes historias de vida, algunas muy dolorosas para los pequeños, pero también he aprendido a amar incondicionalmente a esos pequeños.
No siempre las adopciones son fáciles, desde mi experiencia podría hablarles de la otra parte de la adopción, no de los padres biológicos que abandonan a sus hijos, ni de la institución que decide conseguirles un nuevo hogar, una nueva familia; sino de esa otra parte a veces olvidada, aquellas personas que dedican su vida a cuidar de ellos, acogiéndolos como si fueran parte de su propia familia, cuidándolos incluso por años día y noche, nosotros también sufrimos una perdida; y aunque sabemos que forma parte de nuestra labor social el desprendernos de estos niños para dejarlos partir con una nueva familia, el duelo por su partida nos cambia la vida, pues los hemos visto crecer, cambiar la forma como llegaron a nuestro hogar cambiar físicamente pues muchos de ellos llegan en condiciones de deterioro impresionantes, llenos de resentimiento, prevención y miedo para con los adultos, sin amor, aun cuando son recién nacidos; lo más satisfactorio de nuestro trabajo es verlos sonreír, escuchar una palabra de afecto «mami te amo», recibir un beso un abrazo, esa es la mejor recompensa que podemos recibir.
Hoy estoy muy triste pues una de mis bebé partirá en 11 días con su nueva familia, no se quienes son, ni a que país se irá, esa información no es compartida con las familias sustitutas, pero aún así lo aceptamos y seguimos cumpliendo nuestra labor, nos separamos en una institución a donde se llevará la niña para ser recibida por sus padres, nuestra función, nuestro ciclo llega a su fin entregándola ese día a su nueva familia, lo que pasé de ahí en adelante no lo podremos saber, pero confiamos en Dios que tendrá preparado para ella un futuro lleno de amor y felicidad.
Estoy intentando asimilar las cosas pero es muy difícil para mi, pues la he cuidado desde que tenia 5 días de nacida y ahora tiene 15 meses, de cierta forma ella me ve como su madre, la única que ha visto a su lado, ella esta muy apegada a mi, incluso pensé en adoptarla, pero todo tiene un protocolo que se debe cumplir, ya su familia estaba asignada, ya nada podíamos hacer, solo tratar de darle lo mejor y hacerla feliz los últimos días a nuestro lado; así como a ella he visto partir a muchos niños con dolor en mi corazón, pero con la satisfacción del deber cumplido y que les di todo mi amor, la verdad como a cualquier madre, en este momento lo que me angustia no es solo mi dolor sino el de ella, su partida no será fácil pues ya tenía establecida una familia, pero los psicólogos nos dice que los niños superan y se adaptan rápido, después de leer todo esto se que no va a ser tan fácil, solo deseo de corazón que su nueva familia la ame y comprenda tanto que la puedan ayudar a superar esta separación, desearía poder conocerlos, poder contarles todo lo que he aprendido como su madre, tal vez para que no me extrañe tanto, pero no lo puedo hacer, solo un mensaje escrito recibirán de mi donde les cuente cuales son sus gustos y su forma de ser, definitivamente pienso que se necesita más que eso para conocer a una persona, todas estas noches le he pedido a Dios que alivie su dolor, que no permita que sufra, que no me extrañe, la miro y la abrazo y siempre tiene una sonrisa para mí, en un principio pensaba que era muy pequeña par comprender mi tristeza, pero me he dado cuenta estos días que de cierta forma ella presiente su partida, tal vez por mi, mi estado de ánimo le hace sentir que algo no esta bien, lo único que me queda es disfrutar al máximo estos días para que se llevé un muy buen recuerdo me mí, por eso, buscando información sobre los recuerdos de los bebés, encontré este blog, porque quería saber cuanto tiempo le tomaría a ella olvidar mi rostro, ahora se que ocuparé un lugar en sus recuerdos, tal vez nunca sepa mi nombre, ni pueda volver para buscarme, lo lógico sería que buscara a su madre biológica si es que así lo decide, pero sé que gracias a mi amor, su vida se ha transformado.
A mi hija, que aunque no pueda leer esto hoy y tal vez nunca lo haga, solo me resta decirle gracias, gracias por haber llegado a mi vida, gracias por permitirme amarte, gracias por cada sonrisa que me robaste, gracias porque aunque no estuviste en mi vientre me demostraste el amor tan infinito que puede sentir una mujer cuando se siente madre, un amor puro, un amor perfecto, un amor sin condiciones, un amor de entrega, gracias hija mía porque me hiciste mejor persona, me hiciste crecer, me hiciste cambiar la forma de ver el mundo.
Solo quiero que tu vida sea maravillosa, que encuentres la felicidad, que tus padres te amen con locura, que nunca más te sientas sola, quiero pensar que en cualquier parte del mundo existe una parte de mí que te acompañará siempre.
Hija mía quiero que te conviertas en una triunfadora y te alimentes de tus sueños, aquí en mi corazón vivirán por siempre todos tus recuerdos. Si algún día por cosas del destino nuestras vidas vuelven a cruzarse solo quiero que sepas que soy y seguiré siendo tu madre