familia monoparental, diversidad familiar y adopción

Archivo para septiembre, 2013

Padres con adjetivos

Debatimos, ¡cómo no!, estos días, a raíz del asesinato de Asunta Basterra.

La niña Asunta Basterra pudo ser asfixiada con una almohada o sedada y la Policía se centra en su entorno

Vaya por delante que creo que hay que ser muy prudente. Obviamente, se supone que en una sociedad de derecho no se detiene / imputa a alguien si no hay indicios en su contra (al menos si es blanco y de clase social alta… lo que llaman White privilege), pero también es verdad que en un estado de derecho, uno no es culpable hasta que lo dictamina un juez (o un jurado popular, aunque en este caso, no dudo que casi cualquier jurado popular tenga el juicio hecho de antemano). Es decir: prudencia y respeto a la presunción de inocencia.

No quiero hablar del caso, que sigo como casi todos, que me impresiona, y me escandaliza, y me duele… pero sobre el que, también como casi todos, no tengo los datos suficientes para emitir un juicio. Quiero hablar de la relación entre adopción y asesinato. Del peso que tiene que la niña muerta fuera adoptada.  

Entiendo que, como cualquier rasgo exótico, los medios se fijen en que es adoptada, y de origen chino. Pero me molesta sobremanera que algunos medios añadan el adjetivo “adoptivos” cada vez que usen el sustantivo “padres”. Como si este adjetivo cambiara la sustancia de la parentalidad. Como si este dato añadiera algo fundamental.

Y todavía me cuesta más de entender que se establezca una relación entre esto y el asesinato… Este asesinato sería lo mismo (al menos mientras no se demuestre lo contrario) si la niña (y la madre, que algunas fuentes dicen que es adoptada) se hubiera criado con su familia biológica.

De los comentarios que leo al respecto me molestan dos extremos muy distintos: los que cuestionan el vínculo filial porque “no era su madre, era su madre adoptiva”, cosa que supongo que deriva del tabú tan extendido en nuestra sociedad de que las madres son seres amantísimos que darían la vida por sus hijos, que ninguna haría daño a un hijo suyo (hijo “de verdad”); y, por otro lado, los que se preguntan cómo ha podido hacer esto una madre adoptiva, con lo deseados que son los hijos adoptados y lo mucho que cuestan.

Igual que no pienso que una madre adoptiva sea menos madre ni tenga más números para no querer a sus hijos (y en cualquier caso, asesinarlos, si es que es el caso, va mucho más lejos de no quererlos), tampoco creo que todas las adopciones “cuesten tanto” ni todos los hijos biológicos lleguen fácil y alegremente; y sobretodo, no creo que las dificultades para llegar a tu hijo tengan nada que ver con la cantidad ni la calidad del vínculo y del cariño. Hay personas que llegan a la adopción por motivaciones muy perversas; el número de reabandonos de hijos adoptados (algunos al poco de llegar), clama al cielo; y los padres adoptivos no somos mejores padres que los biológicos.

Pero tampoco peores.

¿Héroes o villanos?

En la entrada anterior, sobre el próximo Congreso de AFIN, terminábamos preguntándonos si los padres adoptivos pasaremos de héroes a villanos en menos tiempo del que imaginamos. A este respecto, Arancha hizo una reflexión que creo que merece ser compartida aquí:

Cuando oigo hablar del hijo de Ortega Cano en los programas telebasura (mea culpa) se me revuelven las tripas. He oído que los padres eran estupendos y que le dieron un montón de oportunidades y una vida acomodada pero que el niño «venía con mucho odio, muy resabiao». Culpabilizan a un niño adoptado con 6 años de ser muy mayor, y de todos los males del mundo y pintan la idea de una madre maravillosa que le dio un montón de «oportunidades»  (oportunidades???? me rechina esa palabra, y sin entrar a emitir juicios de valor, que los tengo respecto de la adopción de Rocío Jurado y de cómo ella se refería a sus hijos adoptados y a su hija «la que he parío», no es lo que yo veo desde fuera totalmente). Creo que es un claro ejemplo de padres adoptivos héroes (y niño villano).

Y en contrapartida el tema de Asunta, la pobre niña de Santiago, que creo que va a convertirse un poco en un tema de padres adoptivos villanos (no digo padres, digo padres adoptivos, o por lo menos es como yo lo estoy sintiendo)

Estos son dos ejemplos muy claros de cómo los padres adoptivos podemos ser a veces héroes, personas de buen corazón, que salvamos a niños en riesgo… y otras villanos, malas personas, padres de segunda o incluso no-padres, como he oído estos días respecto a los padres de Asunta (este es otro tema de discusión: ¿sólo los buenos padres son padres?).

Pero saliendo de ejemplos tan «extremos», ¿no tenéis la sensación de que se está produciendo un cambio en la consideración social de los adoptantes? ¿Que hace unos años éramos vistos universalmente como buenas personas, caritativos, solidarios, generosos… y que cada vez más, a medida que vamos conociendo la realidad que se esconde tras muchos casos de adopción, empezamos a ser vistos como personas sin consciencia, que creen que todo vale por conseguir un hijo, egoístas? ¿Cómo podemos las mismas personas ser ambas cosas? ¿Cómo gestionaremos este cambio de imagen… y como lo gestionarán nuestros hijos? ¿Sabremos explicarnos al mundo, y explicarnos ante nuestros hijos?

El próximo Congreso de AFIN

Dentro de un par de meses, se celebrará en Pontevedra el VII Congreso de AFIN sobre adopción internacional. AFIN es un colectivo integrado por profesionales de la antropología social, las ciencias de la educación, el derecho, la medicina, la psicología, la sociología y el trabajo social que trabajan en la universidad y en diversas instituciones y servicios dedicados a la infancia, a la juventud y a la familia. Sus congresos suelen ser interesantísimos; aunque yo no he podido asistir a ninguno, en años anteriores he podido contar con cronistas de excepción que me relataron el contenido de algunas de las charlas (espero poder hacer lo mismo este año).

En el Congreso de este año se va a hablar de muchos de los temas habituales en este blog: la medicalización de la infancia y la crianza, y la construcción del TDAH; las adopciones abiertas y el contacto con la familia biológica; las adopciones «tardías» que han funcionado, con casos de criaturas adoptadas de hasta 13 o 14 años… Un montón de asuntos que, curiosamente, faltan en muchas de las charlas, artículos, libros… que hablan de adopción.

 El Congreso lleva como título «A 10 AÑOS DEL BOOM DE LA ADOPCIÓN: ABRIENDO NUEVAS PERSPECTIVAS». Yo sí siento que estoy, personalmente, a años luz de cuando empecé mi primera adopción, que fue más o menos 10 años atrás. Y también pienso que la sociedad está en otro lugar, que hemos pasado del boom de entonces al declive de ahora, que la adopción ha dejado de verse como algo exótico, para verse como algo normal… y que quizás acabe convirtiéndose en algo residual otra vez. Que quizás los padres adoptivos pasaremos de héroes a villanos en menos tiempo del que imaginamos. Y que en Congresos como estos quizás podremos encontrar algunas de las herramientas que necesitaremos para enfrentarnos a esta nueva realidad.

 

Niños devueltos por Internet

Hemos leído estos días una noticia espeluznante llegada desde los Estados Unidos, donde una investigación periodística ha destapado que hay familias que se deshacen de niños adoptados a los que ya no quieren por Internet, un mercado subterráneo de adopciones de menores. Los anuncian en foros especializados, como si fueran objetos de segunda mano, y tras firmar un acuerdo privado, se los entregan a extraños, que en muchas ocasiones, son traficantes de niños o abusadores. Personas que no han pasado ninguna criba, y que no tienen ninguna responsabilidad ante las autoridades o la sociedad.

Tanto en foros como en conversaciones de parque, escucho a adoptantes despachar el tema criticando el sistema de adopciones en Estados Unidos o incluso al propio país. Me parece ingenuo pensar que en España no podría pasar esto… que quizás, de hecho, pasa, aunque quizás no (por ahora) de manera tan organizada ni a esta escala.

Esta noticia me ha hecho pensar en una historia que seguí durante unos meses hace algún tiempo.

H. era una niña que llegó a España con una acogida por estudios, que es un sistema que, en algunos casos, las familias usan para hacer adopciones encubiertas, con la connivencia y la colaboración de ecais y autoridades en ambos países. H. llevaba varios años en una familia, que hablaba de ella como «nuestra hija», pero que a pesar de esto decidió que no quería seguir ocupándose de ella. A partir de ese momento, empezaron a circular de manera más o menos privada, correos electrónicos que «buscaban una familia» para esa niña. No llegué a saber que sucedió con ella, si se quedó con su familia de acogida, regresó a su país de origen (donde no la esperaba nadie), o terminó en otro hogar; y en ese caso, qué clase de hogar era y qué motivaciones y capacidades tendría esa familia para hacerse cargo de una niña que, como mínimo, ha sido abandonada dos veces.

Además del drama privado que representa cada una de estas historias, las que nos llegan a través de la investigación periodística y las que podamos conocer personalmente, creo que se impone una reflexión a nivel social. ¿Qué clase de personas se ahíjan niños de los que luego pueden desprenderse como si no fueran seres humanos? ¿Qué controles pasan estas familias y qué consecuencias penales, sociales y morales tienen sus actos? ¿Por qué motivaciones se llega a la adopción? ¿Qué responsabilidades somos capaces de asumir con los compromisos que adquirimos? ¿La idea del usar-y-tirar imperante en nuestra sociedad de la abundancia, donde comprar cosas nuevas es más barato – y fácil – que arreglar las usadas, se ha extendido a las personas?

¿Qué son los niños en un mundo donde se pueden pasar de una familia a otra como si fueran mercancía en mal estado?

Amigos de otras etnias

Laura Heckel, adoptada adulta transnacional y autora del blog Adopmundi, comparte esta imagen que da para reflexionar mucho:

 

Es un tema que me ha preocupado desde siempre, porque efectivamente, creo que es fundamental que nuestros hijos tengan referentes cercanos… Y que no siempre se lo ponemos fácil.

Hace algún tiempo, cuando hablábamos sobre racismo, Alacena, una lectora de este blog, se mostraba preocupada también por este asunto:

Hay una cosa que no veo en este blog: (…) ninguno de ustedes ha expresado aquí que la realidad es que sus hijos están solos en medio del mar, es una metáfora, se que están arropados y los quieren, me explico, hijos negros de padres blancos, relacionados casi exclusivamente con otros blancos, también con algún otro niño adoptado de padres blancos también que vive circunstancias parecidas y ya está, es como una gota de aceite en medio del agua.

No tienen apoyo de su raza, no hablan y comparten experiencias con otras personas negras de su etnia, país o de otro país que sean negros, no he leído en ningún sitio todavía que los padres adoptivos se involucren con otras personas de otras etnias, ni tengan amigos negros que puedan servir de referente racial a sus hijos, no asisten a asociaciones como pueden ser la Casa de Guinea, o la casa de Senegal o la Casa de Camerún………. por poner algunas, en estos sitios se reúnen muchas personas para departir, recordar su cultura, hablar de las cosas de sus países, reforzar lazos personales, reunir a sus familias e hijos para reforzarse, hacer conferencias, exposiciones y muchas otras cosas, tampoco he leído en ningún sitio que frecuenten bares o cafeterías o restaurante de africanos, hay muchos sitios en toda España donde se reúnen los africanos en grupos pequeños o grandes, dependiendo del sitio que sea, esto es importante.

Importante por varias razones, por un lado aunque sus hijos solo tengan como referente a sus padres blancos deberían tener el refuerzo de las personas de su raza, para sentirse también parte del continente que los vio nacer, para familiarizarse con su propia raza, para no verlos como extraños o tenerles miedo en el futuro, porque por mucho que se les expliquen cosas o historias, si no tienen el roce los niños en su interior se sienten blancos, esto lo sé porque he conocido a un matrimonio que adoptó un niño y han vivido en un pueblo, su hijo aunque veía algún negro que otro que trabajaba en los campos, no tenía roce ni contacto, ha crecido y sus padres me han confesado que ahora su hijo está teniendo un comportamientos muy raro, han venido a vivir aquí a la capital y ahora si que ve muchas mas personas de otras razas por la calle, las ve extrañas y parece ser que siempre se ha sentido blanco, descubre su verdadero color y etnia ahora de manera realista, esta señora me contó también que muchos días de reyes su hijo se cogía un rebote con ella muy gordo y ese día porque los reyes magos no le habían traído el pelo rubio que quería año tras año, me recordó que hace muchos años me pasó lo mismo a mi, mi hijo pidió también pelo rubio,

También es importante que se familiaricen con otras personas de su mismo continente porque en el futuro van a tener los mismos problemas que ellos, da igual que sus padres sean blancos, que tengan una mejor educación, que hayan vivido mejor, eso no importa a la hora de la verdad porque carecerá de algo fundamental, que son las herramientas que da el compartir momentos, vivencias y cultura, y lo que es mas fundamental creo yo, sentirse reflejado en otros, mirar a su alrededor y ver que su propia raza no es tan lejana como la vive normalmente.

A mí me parece fundamental también. En nuestro caso, hay negros, etíopes y marroquíes en nuestro entorno, otras personas de orígenes y etnias distintas, de otros colores… pero no en nuestro círculo de amistades, en mi círculo de amistades. Y esto me parece preocupante…

Lo cierto es que yo crecí en una España blanca, el único niño no catalán de mi colegio de EGB era un niño llegado desde Uruguay (blanco), e igualmente, uruguayos y argentinos eran lo más exótico de mi instituto. En la facultad había un chico negro, de Guinea Ecuatorial, con el que coincidí en alguna clase y al que saludaba… pero que nunca fue amigo mío y al que acabé perdiendo de vista. También mi mundo laboral es uniformemente blanco – y español.

Ahora, mi barrio, el colegio de mis hijos, es multirracial. Yo procuro – y creo que lo consigo – acercarme a otros padres y madres sin prejuicios, y nos vemos, más o menos a menudo, con familias originarias de Bolivia, Argentina, Finlandia, Bulgaria, República Dominicana,… con otras familias, originarias de Bangladesh, de Etiopía, de Pakistán o de Marruecos, tengo una relación cordial pero no muy íntima.

¿Es esto suficiente? ¿De dónde sacar amigos de etnias parecidas a las de mis hijos sin forzar la situación? ¿Cómo acercarse a personas que no están de forma natural en mi entorno?

En esa misma ocasión en la que Alacena nos llamó la atención sobre el asunto, Raquel propuso varias posibilidades:

Hay que hacer obligatoriamente el esfuerzo de buscar «iguales» que sean de la misma raza que nuestros hijos, a los que valorar y admirar sinceramente, y establecer relaciones con ellos. Internet ayuda mucho. Yo he creado y alimento relaciones de afecto y admiración sincera con personas con las que comparto intereses que si no fuera por internet no conocería. Estoy segura de que eso nos pasa a muchas de las que estamos en esta conversación. Sólo es cuestión de «planearlo» un poco teniendo en cuenta el factor racial:

¿Te gusta el «petit point»? pues busca un blog o una asociación de «petit point» en el país de tus hijos con los que compartir patrones online de diseño tradicional, o mejor aún entre la población emigrante, e intenta apuntarte a las reuniones que se realicen en relación a ese hobby. ¿Eres maestra? Pues infórmate sobre profesionales que están buscando formas alternativas de enfrentar retos comunes de la enseñanza en el país de origen de tus hijos, y participa en la conversación para enriquecer sus proyectos o hacer más completos los tuyos. ¿Neurocirujana? Seguramente haya profesionales valiosos con los que colaborar, congresos a los que acudir o a los que invitar… ¿Periodista? Con algo de investigación podrás intentar cubrir algún evento o acto en el que preveas que habrá otros compañeros de profesión corresponsales de la misma raza que tu hijo, para «coincidir casualmente» con ellos. Etcétera. En México esto se llama «ponerse en el ponedero», es decir, colocarse consciente y premeditadamente en una situación en la que pueda ocurrir lo que quieres que pase.

Hacer amigos nuevos, salir del área de confort de nuestro entorno habitual requiere un esfuerzo consciente y grande por nuestra parte. Nuestros hijos necesitan ese esfuerzo de nosotros. No hacerlo, con las herramientas que existen ahora mismo, no es explicable.

Carta de una madre de acogida

Hace unos días, una madre de acogida de Colombia, llamada Silvia Fernanda, dejó un comentario en una entrada antigua que me parece impagable. Le he pedido permiso para traer su testimonio en forma de entrada, para que no se pierda en el marasmo de comentarios antiguos.

Yo no tengo ninguna duda de que las familias de acogida sufren una pérdida, una pérdida enorme. Me he preguntado a menudo cómo se gestiona el apego, el amor incondicional que necesita cualquier niño y más un niño dañado, con la certeza de que va a haber que separarse de él; cómo se hace para no poner barreras para protegerse de este dolor inmenso.

Creo también que a veces minimizamos el dolor por las pérdidas de nuestros hijos, la necesidad de hacer un duelo… pero estoy segura de que la adaptación, el vínculo, será más fácil precisamente cuando estos niños han sido queridos, se han apegado, han tenido una familia. La transición puede ser triste, pero les han enseñado a querer: y esto no se olvida.

Quizás no se acuerden de sus acogedores, de su cara, quizás no sepan sus nombres, quizás ni siquiera tengan recuerdos de dónde vivieron antes de llegar a su hogar definitivo… pero lo que han compartido forma ya parte de ellos.

No entiendo por qué se cuida tan poco a las familias acogedoras. Por qué no se propicia que la relación se mantenga, de una manera u otra, por qué no se intenta convertir esa familia sustituta en familia extensa del niño que han criado. Por qué algunos padres adoptivos se sienten amenazados por el hecho de que su hijo haya sido querido, por qué parece que cortar los lazos puede tener algún beneficio para la criatura. Me cuesta mucho de entender.

Quería compartir con ustedes la experiencia que he tenido con la adopción, durante muchos años mi familia y yo hemos trabajado con el icbf, como hogar sustituto. Una casa normal, con una familia normal a donde son llevados los niños que por algún motivo han sido abandonados por sus padres, o no pueden estar con ellos por diversas problemáticas; durante este tiempo he conocido impactantes historias de vida, algunas muy dolorosas para los pequeños, pero también he aprendido a amar incondicionalmente a esos pequeños.

No siempre las adopciones son fáciles, desde mi experiencia podría hablarles de la otra parte de la adopción, no de los padres biológicos que abandonan a sus hijos, ni de la institución que decide conseguirles un nuevo hogar, una nueva familia; sino de esa otra parte a veces olvidada, aquellas personas que dedican su vida a cuidar de ellos, acogiéndolos como si fueran parte de su propia familia, cuidándolos incluso por años día y noche, nosotros también sufrimos una perdida; y aunque sabemos que forma parte de nuestra labor social el desprendernos de estos niños para dejarlos partir con una nueva familia, el duelo por su partida nos cambia la vida, pues los hemos visto crecer, cambiar la forma como llegaron a nuestro hogar cambiar físicamente pues muchos de ellos llegan en condiciones de deterioro impresionantes, llenos de resentimiento, prevención y miedo para con los adultos, sin amor, aun cuando son recién nacidos; lo más satisfactorio de nuestro trabajo es verlos sonreír, escuchar una palabra de afecto «mami te amo», recibir un beso un abrazo, esa es la mejor recompensa que podemos recibir.

Hoy estoy muy triste pues una de mis bebé partirá en 11 días con su nueva familia, no se quienes son, ni a que país se irá, esa información no es compartida con las familias sustitutas, pero aún así lo aceptamos y seguimos cumpliendo nuestra labor, nos separamos en una institución a donde se llevará la niña para ser recibida por sus padres, nuestra función, nuestro ciclo llega a su fin entregándola ese día a su nueva familia, lo que pasé de ahí en adelante no lo podremos saber, pero confiamos en Dios que tendrá preparado para ella un futuro lleno de amor y felicidad.

Estoy intentando asimilar las cosas pero es muy difícil para mi, pues la he cuidado desde que tenia 5 días de nacida y ahora tiene 15 meses, de cierta forma ella me ve como su madre, la única que ha visto a su lado, ella esta muy apegada a mi, incluso pensé en adoptarla, pero todo tiene un protocolo que se debe cumplir, ya su familia estaba asignada, ya nada podíamos hacer, solo tratar de darle lo mejor y hacerla feliz los últimos días a nuestro lado; así como a ella he visto partir a muchos niños con dolor en mi corazón, pero con la satisfacción del deber cumplido y que les di todo mi amor, la verdad como a cualquier madre, en este momento lo que me angustia no es solo mi dolor sino el de ella, su partida no será fácil pues ya tenía establecida una familia, pero los psicólogos nos dice que los niños superan y se adaptan rápido, después de leer todo esto se que no va a ser tan fácil, solo deseo de corazón que su nueva familia la ame y comprenda tanto que la puedan ayudar a superar esta separación, desearía poder conocerlos, poder contarles todo lo que he aprendido como su madre, tal vez para que no me extrañe tanto, pero no lo puedo hacer, solo un mensaje escrito recibirán de mi donde les cuente cuales son sus gustos y su forma de ser, definitivamente pienso que se necesita más que eso para conocer a una persona, todas estas noches le he pedido a Dios que alivie su dolor, que no permita que sufra, que no me extrañe, la miro y la abrazo y siempre tiene una sonrisa para mí, en un principio pensaba que era muy pequeña par comprender mi tristeza, pero me he dado cuenta estos días que de cierta forma ella presiente su partida, tal vez por mi, mi estado de ánimo le hace sentir que algo no esta bien, lo único que me queda es disfrutar al máximo estos días para que se llevé un muy buen recuerdo me mí, por eso, buscando información sobre los recuerdos de los bebés, encontré este blog, porque quería saber cuanto tiempo le tomaría a ella olvidar mi rostro, ahora se que ocuparé un lugar en sus recuerdos, tal vez nunca sepa mi nombre, ni pueda volver para buscarme, lo lógico sería que buscara a su madre biológica si es que así lo decide, pero sé que gracias a mi amor, su vida se ha transformado.

A mi hija, que aunque no pueda leer esto hoy y tal vez nunca lo haga, solo me resta decirle gracias, gracias por haber llegado a mi vida, gracias por permitirme amarte, gracias por cada sonrisa que me robaste, gracias porque aunque no estuviste en mi vientre me demostraste el amor tan infinito que puede sentir una mujer cuando se siente madre, un amor puro, un amor perfecto, un amor sin condiciones, un amor de entrega, gracias hija mía porque me hiciste mejor persona, me hiciste crecer, me hiciste cambiar la forma de ver el mundo.

Solo quiero que tu vida sea maravillosa, que encuentres la felicidad, que tus padres te amen con locura, que nunca más te sientas sola, quiero pensar que en cualquier parte del mundo existe una parte de mí que te acompañará siempre.
Hija mía quiero que te conviertas en una triunfadora y te alimentes de tus sueños, aquí en mi corazón vivirán por siempre todos tus recuerdos. Si algún día por cosas del destino nuestras vidas vuelven a cruzarse solo quiero que sepas que soy y seguiré siendo tu madre :)

De un tiempo a esta parte…

…cuando estamos en un sitio público y un niño grita como un loco, muchas veces, no es hijo mío…

…ni son suyos los platos de comida a medio comer, ni son ellos los que se (y me) agotan intentando negociar una fanta en el restaurante…

…podemos empezar a recorrer las calles y los monumentos de las ciudades que visitamos, y no quedarnos sólo en los parques…

…me levanto algunas mañanas y son las 9, o incluso más tarde, y nadie se ha colado en mi cama…

…podemos trasnochar o cambiar las rutinas o retrasar la hora de la comida, sin que se organice la Tercera Guerra Mundial…

…termina el día sin gritos ni cabreos…

…recogen sin que se lo tenga que decir 15 veces…

…se dejan preparada la ropa del día siguiente por la noche por iniciativa propia… ¡y hasta aprovechan algunas prendas del día anterior!

…es posible pasar una mañana entera en casa sin morir en el intento…

…resuelven sus diferencias sin patadas ni empujones…

…puedo tener una conversación telefónica de más de 2 minutos sin interferencias…

¿Estarán haciéndose mayores?

Vuelta al cole

Día de madrugones…

…angustias…

…reticencias…

…buenos deseos…

…miedos…

…expectativas…

…gastos…

…y sorpresas:  

11-s

Otra vez 11 de septiembre, ¡cuántas fechas en una!

Derrotas que abrieron tiempos oscuros, pero también el inicio del año nuevo luminoso y cargado de esperanza.

¡Melkam Addis Amet!

Y en mi comunidad, además, es el último día de vacaciones: nervios, carteras, coser botones a las batas, ¿dónde está el estuche? ¿qué ponemos mañana de desayuno? ¿nos gustará la maestra nueva?, ganas de ver a los compañeros y pereza de madrugar, y todo el curso por delante, como un cuaderno en blanco a nuestra disposición.

Esperanza para la humanidad

 

El fin de semana, con N. en un parque de Madrid después de un largo paseo por el centro de la ciudad (que incluyó un no muy relaxing bocata de calamares in Plaza Mayor). Estábamos sentadas en un parque, mirando a los niños que jugaban a cierta distancia, después de armar una casa en un árbol con cajas de cartón.

¿De qué hablaríamos? No recuerdo, seguramente de los niños, de lo hermosos y felices que les vemos, del privilegio de ser cuatro para según qué cosas…

De repente, se nos acerca un hombre de mediana edad, con bastón, y se para delante nuestro.

– Buenas tardes (no llevaba sombrero, pero cuando recuerdo la conversación, le veo sacándose un sombrero imaginario.

 – Buenas tardes

 – ¡Qué hermoso es esto!, ver que la gente todavía conversa, sin teléfonos móviles ni aparatos… ¡aún hay esperanza para la humanidad! Buenas tardes

 Y se fue.

N. y yo nos quedamos mirándolo cómo se alejaba, con una sonrisa en los labios.

Y seguimos charlando.