Hace algún tiempo, M. me hizo llegar este artículo sobre la presión a la que sometemos a nuestros hijos.
Es un artículo que analiza el libro «Bajo Presión: cómo educar a nuestros hijos en un mundo hiperexigente», de Carl Honoré, un libro que afirma que «los adultos secuestramos la niñez de forma nunca vista a lo largo de la historia y, desde el instinto de intentar hacer lo mejor para nuestros hijos, hemos caído en el exceso, lo que provoca un efecto negativo, tragicómico», y que habla de «la pérdida de confianza en la capacidad de educar a nuestros hijos sin recurrir a los manuales. En realidad, todos conocemos a nuestros hijos mejor que nadie, pero la cultura del perfeccionismo nos insiste en que en algún sitio hay una receta perfecta para educarlos, y eso es un mito, una mentira».
También es muy interesante este artículo sobre el asunto, del mismo autor.
Estas son las IDEAS PRINCIPALES de Bajo Presión, según las recoge este blog:
1. Exceso de perfeccionismo y de vanidad en la educación. Se busca llenar la agenda de los escolares hasta límites abusivos de clases extra-escolares, deberes y actividades con prestigio que solo cansan y «machacan» a los niños y que, en muchos casos, refuerzan el ego de los padres que proyectan en ello posibles frustraciones personales.
2. Exceso de academicismo (hemisferio izquierdo) y poco espacio para trabajar las emociones y la libertad personal de los pequeños (hemisferio derecho).
3. Crítica a los materiales pedagógicos que prometen «genios», del tipo «Baby Einsten».
4. Reivindicación del papel del JUEGO como prioritario para aprender a vivir.
5. Denuncia feroz al MARKETING INFANTIL que seduce y confunde a los niños a edades realmente precoces y que condiciona su comportamiento.
6. Elogio al modelo educativo finlandés por sus resultados positivos, por retrasar la escolarización, por no tener deberes, por la formación de sus profesores y por la colaboración entre todos los estamentos sociales.
7. Crítica a la CAUTIVIDAD a la que se somete a la infancia-juventud que va «de casa al cole atada en el coche» y a la que no se le permiten juegos de expresividad como antaño, lo que favorece el exceso de sedentarismo y la obesidad.
8. Burla al exceso de manuales y consejos de educación tipo Super Nanny porque hacen perder la confianza de los padres en sí mismos.
9. Denuncia de la MEDICACIÓN INFANTIL y la pandemia de consumo de Ritaline, la mejor metáfora de este secuestro de la infancia al que se refiere el autor en toda su obra.
10. Defensa de que los padres pasen MÁS TIEMPO con sus hijos.
11. Defensa del SENTIDO COMÚN, la flexibilidad, el amor, el respeto y la toma de conciencia de que nuestros hijos no son «trozos de barro a los que moldear» a nuestro gusto, sino personas a las que acompañar en la vida.
Desde que me llegó este artículo, me lo he leído varias veces… y me parece un buen resumen de la manera de educar a los hijos, de educar a mis hijos. Y aunque reconozco en las críticas del autor la sociedad en la que vivimos… lo cierto es que no reconozco, en absoluto, a mi entorno. La gente que hay a mi alrededor no me parece que se ajuste a esta descripción. Es gente que busca en las extraescolares una oportunidad de que sus hijos se diviertan y aprendan cosas nuevas, amén de una forma de conciliar vida familiar y laboral; que hacen vida de barrio, ocupan plazas y parques y van andando al colegio – y si pueden, al trabajo; que desconfían de la supernanny y de los diagnósticos tipo TDAH; que prefieren la calidad a la cantidad; que no educan como si la vida fuera una carrera, que no colman a sus hijos de bienes materiales y que procuran pasar con ellos el máximo tiempo posible.
¿Somos raros?