Querida escuela:
Las instrucciones que recibimos por vuestra parte son contradictorias. Por un lado, decís que hagan lo que puedan, por otro nos reclamáis la tarea que les mandáis con fecha (y a veces hora) fija.
Algunos de nuestros hijos se pasan sentados en su mesa de trabajo más horas que las que pasan en sus centros escolares cuando hay clase. Hay días que no pueden venir a comer o cenar con la familia, porque están terminando tareas que si no están a una hora determinada, implican un suspenso. A veces son trabajos de grupo, e implican también el suspenso de sus compañeros.
No siempre tenemos un ordenador disponible. O una Tablet. O un móvil. A veces tampoco tenemos el folio en blanco que exigís sin aceptar que pueda ser uno con cuadritos arrancado de un cuaderno, o la pelota de goma con la que tienen que grabarse haciendo ejercicio para la clase de gimnasia.
Nuestros hijos se angustian porque no hay en casa ese folio en blanco o esa pelota y tendrán que hacer el trabajo en una hoja de cuadros distinta a lo que les habéis mandado y no sacaran la nota correspondiente.
En casa hay ordenadores, tablets, wifi. No sucede lo mismo en todas las familias.
Y personas adultas que saben manejarlos y podemos enseñarles a nuestros hijos a gestionar el correo electrónico, las apps, los blogs y los distintos recursos que nos recomendáis. Toda esta parte, la de manejarse con las TICS, también lleva tiempo y esfuerzo. Aunque les llamemos nativos digitales, no están acostumbrados a utilizarlos.
Sabemos de casi todas sus asignaturas, o podemos buscar la información. Sabemos inglés. No en todas las casas saben.
No tenemos impresora: así que todas estas fichas imprimibles que nos mandáis, los niños tienen que copiarlas en sus cuadernos para poder trabajar. Luego tienen que hacer fotos de lo que han hecho en sus cuadernos y mandarlas a vuestras direcciones de correo electrónico.
Nos decís que los niños tienen que ser autónomos. Que tienen que manejarse solos. Que hagan lo que les mandáis y se lo devolveréis corregido. No sé si sois conscientes de que muchas veces necesitan que les expliquemos, les acompañemos, les corrijamos, les explicamos qué han hecho mal, dónde está el error. Recibir dentro de dos días un correo electrónico con tachones rojos no es la mejor forma de aprender.
A veces se distraen, o se despistan. Hay muchos estímulos en su entorno: los hermanos, el gato, cosas que pasan en la calle y se ven desde la ventana, móviles que suenan, las actividades de las personas adultas. Es muy difícil hacerles mantener la atención centrada mientras nos ocupamos de nuestros trabajos, de mantenerlos alimentados, de conservar la salud física y emocional de toda la familia.
En algunas familias, hay personas que no se encuentran bien. O que han perdido sus trabajos y no saben si podrán pagar el alquiler el mes que viene.
Los niños están preocupados por sus abuelos, porque oyen que hay gente muriendo, porque no saben cómo están sus compañeros, porque les echan de menos.
A veces lloran, gritan, se desesperan. A veces nosotras hacemos todas estas cosas.
No es lo mismo hacer un ratito de tarea de algo aprendido ese día en clase que 5 horas de homeschooling en tiempos de pandemia.
Estaría bien que nos hubierais dicho que es más importante hacer bien algunas cosas que hacer todo lo que se manda de cualquier manera.
Les estáis pidiendo que resuelvan ejercicios de temas que no habéis explicado. Les decís que lean los libros de texto o miren videos que explican los temas, pero seguro que sois conscientes de que no es tan fácil: si bastaran los libros y los vídeos de youtube, vuestro trabajo sería superfluo. Además de fuentes de información, necesitan interacción humana.
No solo necesitan escuchar: también ser escuchados.
Entendemos que a los docentes os preocupen las instrucciones de la Consejería, pero vuestra principal preocupación debería ser que el alumnado siga aprendiendo y aprovechando el curso, además de sobrellevando esta situación, que está siendo muy difícil.
A menudo, confundís educar con calificar.
Algunos de vosotros publicáis en las redes mensajes llamando a la calma, diciendo a las familias que nos limitemos a hacer lo que podamos, que nos rebelemos contra la escuela, que no es tan importante la tarea, que no perderán el curso. Sería encomiable que ese tipo de mensajes los dirigierais a vuestros compañeros. Las familias no somos las encargadas de hacer vuestras revoluciones.
En nuestra casa hay material y recursos para poder educar a nuestros hijos: tenemos libros, acceso a Internet, conocimientos y capacidad. Lo que no nos queda es tiempo porque las tareas que mandáis desde todos los centros escolares se lo comen.
Como sabéis, en casa tenemos 4 hijos que van a tres centros escolares distintos, y en todos, el profesorado pretendéis que sigan el curso como si no hubiera pasado nada. Cada día recibimos varios correos electrónicos con tarea para cada uno de ellos.
Sentimos que cada una de las profesoras se dirige a cada alumno como si su situación fuera la ideal: hijos únicos, con apoyo en la familia, recursos tecnológicos a su alcance, y autonomía en sus tareas. Y sin preocupaciones en la cabeza.
Sabemos que estáis haciéndolo lo mejor que sabéis y con la mejor intención, pero es importante que seáis conscientes de que no siempre vuestras peticiones ayudan a hacer esta situación más fácil. A muchas familias nos la complican mucho.