familia monoparental, diversidad familiar y adopción

Miedo

De que lloren

De que se enfaden

De que sufran

De que se aburran

De que fracasen

De que no sean felices

De que los secuestren

De decepcionarles

De que les decepcione el mundo

De que pierdan la inocencia

De fallarles

De no prestarles demasiado atención

De agobiarles

De que salgan al mundo demasiado pronto

De que vivan en una burbuja

De que nos juzguen

Comentarios en: "Miedo" (18)

  1. La verdad es que creo que, menos que no sean felices o de que les secuestren, no tengo miedo al resto porque sé que, en mayor o menor medida, tarde o temprano, en algún aspecto o en otro – todo eso va a pasar. Lo importante es que, cuando pase – pase, y no se quede.

    • Yo procuro no criar desde el miedo, pero creo que somos una sociedad en la que el miedo marca muchas de las pautas de la crianza. Y que esto probablemente nos corta las alas muchas veces – a los padres y a los hijos.

      ¿Por qué tenemos miedo de que los secuestren? ¿Como si fuera una cosa que sucediera habitualmente…

  2. Ufff, ese miedo contra el que tenemos que luchar de forma permanente, sin bajar la guardia, que cuando nos pilla desprevenidas se nos cuela y lo que cuesta echarlo, o ganarle una una batalla, que la guerra es algo demasiado definitivo para un ente tan poderoso. Yo pienso que lo mejor contra el miedo es mantenerlo a régimen estricto, no alimentarle ni darle alas, escuchar y compartir los consejos de las personas más entrenadas en ganarle batallas y no escuchar demasiado a quienes viven bajo su influjo.
    Perderle miedo al miedo, no nos queda otra pues es un acompañante molesto pero inevitable, viene en el lote de la maternidad.

    • Buena receta, sí señora…

      A mí me marcó mucho algo que leí en «Indómito y entrañable», cito de memoria: decía que habían terminado por asumir que a veces no podían hacer nada más que estar ahí, dejar que el hijo tomara sus decisiones, cometiera sus errores,… que si se caía, le ayudarían a levantarse, que si le dañaban, le consolarían… que si algún día los llamaban para decirles que tenía problemas, buscarían un abogado, que si se mataba… se ocuparían de su cadáver.

      Es crudo, lo sé. Pero asumir que hay cosas que no están en nuestras manos, incluso las peores, tiene también algo de liberador.

  3. Yo también procuro no criar desde el miedo. Pero tengo que reconocer que es una opción muy consciente, y que si me despisto un poco el miedo no consciente se me lleva. Gracias por recordármelo.

    Cuando mi hija llegó a mi vida, tuve que hacer un trabajo mental muy importante para autoconvencerme de que el secuestro no es una cosa habitual. Y cuando ya era capaz de dejarla a su aire en entornos adecuados para su edad, el padre de una amiguita casi me hace desandar todo el camino. Entre el hombre del saco de nuestra infancia y el miedo a lo desconocido causado por la diversidad actual estamos más que condicionados.

    • Sí, para mí también es una toma de postura desde la conciencia.

      Con lo del secuestro, recuerdo una conocida que no se alejaba de su hija (que estaba jugando a unas decenas de metros, con el mío, donde les veíamos y oíamos) porque como la gente le decía por la calle que era tan bonita, estaba convencida de que alguien iba a querer robársela… esto me parece que roza la paranoia, la verdad.

  4. Pues sí, el miedo junto con la alegría, han sido dos sentimientos que se han disparado en mí desde que soy madre, bueno antes incluso… cuando lo vislumbraba.
    Miedo “a todo”, a todo lo que se expone en esta entrada y a mucho más, a su enfermedad, a la mía y no poder cuidarle como merece, a diversas pérdidas (que inevitablemente, sufrirá), a su soledad… (si la sintiera)
    Quizá la maternidad sea la experiencia más fuerte que vivamos (las que así lo deseamos, no digo que todo el mundo, ni todas las mujeres tengan que experimentarla porque sea la más fuerte) y quizá por ello dispare tantas cosas, tantos sentimientos, tantas contradicciones, tanta humanidad finalmente. Porque tener miedo es humano y sentir alegría, también; y cuando se trata de esas personitas, nuestros hijos, el disparamiento es tan grande!
    Como ya ha otramadrextraterrestre, yo también mantengo el miedo a raya todo lo que puedo. Al ser monoparental es una de las preguntas que frecuentemente me encuentro que me hacen: ¿y no te da miedo que te pase algo (normalmente es que me muera) y que se quede solo? Pues claro, claro que me da, pero no como para que me invalide seguir con mi vida, con mi proyecto de vida. Ha habido noches y las hay a veces, en las que en el duermevela se me ocurre de todo, y me entra un miedo que siento físicamente desde el vientre… y luego pienso eso: no lo voy a alimentar, en esta vida puede pasar de todo y no todo está en mis manos. Ahora, a disfrutar de lo que tengo.
    El tema de los secuestros es cierto que nos causa gran temor, pero yo ya lo recuerdo de pequeñita con respecto a mi madre. Recuerdo que me perdí con 4 años en unos almacenes de tamaño medio, mi miedo cuando me vi sola, sin mi madre y sin mi abuela que era con quienes estaba; mi pánico (lo recuerdo como si fuera ayer), y sus caras cuando el encargado anunció mi perdida por megafonía y enseguida vinieron, sus caras de terror mezcladas con alivio, ahí esta!!
    Mi hijo no conoce ni al coco ni al hombre del saco (a mí tampoco me lo enseñaron en mi casa), y también intento educar desde el no miedo, pero sí la prudencia, la cautela, la intuición…, pero claro, hay que ir dando alas con el tiempo, y eso va a ser difícil, difícil sentir ese miedo e intentar no alimentarlo.
    Gracias. bss

  5. Pues de la larga lista de miedos, que comparto en su amplia mayoría, me quedo con tres que realmente me salen de la columna vertebral:
    – el miedo a que no sean felices, que supongo que es el mayor anhelo de cualquier padre;
    – el miedo a que fracasen;
    – el miedo a que nos juzguen.
    Los dos primeros nacen de mi pesimismo respecto a la sociedad en la que vivimos y en vivirán nuestros hijos cuando sean adultos: una sociedad cada vez menos humana y con más desigualdades. Y el tercero viene de su condición de adoptados, que nos culpen por lo que han perdido.
    Me doy ahora cuenta de que mis miedos están todos en el futuro, que lo que me asusta es lo que puede pasar cuando yo ya no esté ahí para protegerlos.

    • Yo creo que que sean felices no es atribución nuestra; yo puedo tener muchas recriminaciones hacia mis padres, pero nunca he considerado que ser feliz era algo que me debieran.

      Creo que deberíamos hacer un ejercicio colectivo para cambiar la percepción del fracaso. ¿Qué es el fracaso? ¿Cómo se mide? Y sobretodo, ¿cuánto se mide? ¿Un fracaso no es un aprendizaje para un éxito futuro?

      En cuanto a que nos juzguen, siempre recuerdo algo que leí hace años en un libro sobre los hijos: los hijos siempre nos juzgan por cosas distintas a las que imaginamos. Tengo curiosidad para descubrir cuáles serán las razones de los míos…

  6. Pues yo no sé si seré muy inconsciente, pero nunca se me ocurre pensar en la mayoría de los miedos de la lista. Creo que de toda la lista sólo me quedo con el miedo a que no sean felices, y modificaría un poco el de que fracasen, especialmente en el caso de mi hija que debido a sus muy serias dificultades de aprendizaje se enfrenta a retos muy grandes en lo que a escuela se refiere. Yo no lo definiría como miedo, sino como preocupación en lograr que el paso por la escuela sea lo menos difícil por ella, y en pensar que en un futuro pueda ser una persona totalmente autónoma e independiente….

    Por contra mis miedos más grandes se dan con mi hijo mayor, cuando desde hace varios años ya es independiente, sale de noche, maneja, etc… ahí sí que soy miedosa y preocupona, vivimos en una ciudad muy insegura, entonces temo a un asalto, o a la gente que maneja alcoholizada…

    • Tengo que aclarar que estos miedos, más que míos, son miedos que percibo a mi alrededor, en muchas familias, y que condicionan las crianzas de sus hijos. Alucino con los padres que le dan cualquier cosa a sus hijos para evitar un enfado… y claro, consiguen el efecto contrario…

      Creo que la mayoría de estas cosas no están en nuestra mano (incluidas la felicidad, el fracaso…)… pero el miedo, la sensación de que si estamos lo bastante atentos sí podremos controlar… nos paralizan muchas veces, o nos hacen tomar decisiones erróneas.

  7. Buff, yo soy una cagona así que me paso el día acojonada. De verdad lo que más miedo me da es que enfermen (deformación profesional; siempre me pongo en lo peor) o que sufran/no sean felices. Lo del secuestro, a pesar de que en Canarias, donde vivimos, hace un par de años desaparecieron un par de niños no me parece que sea tan frecuente.
    Y estoy con Alejandra, anda que no voy a sufrir cuando empiecen a salir por su cuenta, conducir, las copas, el sexo. Lo dejo que me pongo mala….

    • A mí que enfermen me pone patológicamente nerviosa. Supongo que tiene que ver, entre otras cosas, con las complicaciones logísticas (¿con quién los dejo?), pero también con mi experiencia personal con la meningitis, unos años atrás murieron dos niños cercanos por meningitis y desde entonces la fiebre me pone en una situación rayana a la histeria…

    • Hay cosas inevitables, los hijos crecen y toman su propio camino, conducir, las copas, el sexo, forman parte de ello. Creo que lo importante es educarles a que todo eso es responsabilidad suya, a tomar las medidas que creamos necesarias para que esta transición sea gradual, por ejemplo, mi hijo que aún vive en casa no tiene restricciones cuando de ir de fiesta se trata, pero si piensa llevar su coche, entonces sí que tiene hora de regreso, ahí sí soy inflexible. Y la comunicación es básica, crear un ambiente de mucha confianza, creo que eso es una gran protección. Concientizarles que hay estupideces que se pagan muy caras, estupideces que pueden terminar en una muerte o en un accidente terrible, tipo caminar por el barandal de un balcón en un séptimo piso (hecho de la vida real durante el viaje de egresados del colegio de mi hijo, no pasó nada, pero fue una reverenda estupidez desafiarse entre todos a ver quién se atrevía a hacerlo).

      • Sí.. y asumir que harán estupideces, porque esto es parte de la adolescencia (sólo tengo que recordar la mía). Y cruzar los dedos para que les haga más fuertes en vez de matarles…

      • Yo creo que el asumir que harán estupideces debe ser lo más difícil. Yo no fui muy prolífica con el tema (si me comparo con otros de mi entorno), pero recuerdo muy bien algunas de las que hice. Sin embargo a mi alrededor veo a muchas personas que parece que hayan borrado etapas de su memoria. Espero que cuando llegue mi momento sea capaz de asumirlo sin poner el grito al cielo sobre lo que hacen los adolescentes de hoy en día. También que el camino me sirva para sembrar algo que ayude a mi hija con eso de los recursos para fortalecerse. Cruzo los dedos!!!

      • Pues yo hice un buen puñado, y procuro no olvidarlas… Creo que no tiene mucho sentido intentar que no las hagan: forman parte de la adolescencia, en mayor o menor grado. Lo importante es que exista un clima de confianza por el que sientan que pueden pedirnos ayuda si la necesitan.

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