familia monoparental, diversidad familiar y adopción

Ey, mami, no ven tu chiquilla, ven una mujer asiática.

Más de una vez hemos discutido en este blog cómo se sentirán y cómo serán tratados nuestros hijos cuando dejen de ir de nuestra mano; cuando ya no cuenten con nuestra presencia que les «blanquee».

E., una lectora del blog que me provee de material interesante de todo tipo, me hace llegar un blog donde encuentro este artículo que puede ayudar a clarificar nuestras dudas.

Cuando era pequeña, era obvio que era adoptada, porque la mayoría del tiempo se me veía y entendía en el contexto de mi familia blanca americana – ya fuera en un restaurante o en la escuela primaria. La gente interactuaba conmigo entendiendo que yo era la hijita asiática de una pareja blanca.

Pero cuando empecé a salir al mundo, a alejarme del refugio de mis padres blancos y me convertí en una adulta, dejó de haber el contexto de mi familia blanca dondequiera que fuera.

E incluso ahora, cuando me ven con mis padres o hermanos, como adulta, ya no es obvio que sea adoptada. Me confunden con una novia o esposa cuando estoy con mis hermanos, o con una nuera cuando estoy con mis padres – o incluso me ignoran como si no tuviera ninguna conexión con ellos, me ven como una extraña que casualmente está demasiado cerca en la cola de embarque o en la tienda.

Esta diferencia es especialmente significativa en la forma en la que la otra gente me ve, y por tanto, en cómo me tratan debido a las (comprensibles) suposiciones que hacen respecto a mí debido a mi experiencia externa, es decir, la raza.

Ven una mujer asiática – y no una pequeña asiática monísima adoptada caritativamente por una familia americana blanca – que no es americana sino que debe tener unos padres asiáticos, costumbres asiáticas, idioma asiático, etc.

No soy americana. Soy una extranjera. No soy una de nosotros. Soy una de ellos.

El único problema es que tampoco soy una de ellos. Soy ambos. Pero como ya no está el contexto de mi familia blanca americana dondequiera que voy, como cuando era pequeña, los otros no tienen manera de saber o entender que no soy quien ellos asumen que soy.

Por tanto, me tratan de acuerdo con lo que asumen de mi apariencia. Es así: tengo que aceptarlo y lidiar con ello. Está bien. No huyo. Lo que quiero decir es que es parte de la realidad diaria – la disonancia diaria – de ser una persona coreana adoptada por una familia blanca.

Y ahora que me reunido 4 años con mi familia coreana, esta disonancia identitaria sólo se ha vuelto más complicada y confusa de manejar a veces.

Últimamente, me siento más americana que coreana – la mayor parte de los días. Si soy honesta conmigo misma (por mucho que me haga temblar a veces) – mi cultura es la de la América Blanca. Obviamente, estoy menos conectada con mi «Coreanidad» a resultas de haber sido criada por gente blanca en un mundo blanco. Aún así, la mirada del mundo blanco como coreana, me fuerza a conectar con mi «coreanidad», y por supuesto, encontrarme con mi familia coreana también me hace de alguna manera más coreana.

Pero cuando se llega a esto, soy americana para los coreanos, y soy coreana para los americanos. Pero, ¿quién puede culparles? Quiero decir, honestamente, cuando veo otra mujer coreana, no pienso para mí: «Ey, ¡ahí hay alguien como yo!» De hecho, me siento completamente desconectada, a veces incluso siento aversión. Y experimento lo mismo cuando me encuentro con una mujer blanca. No siento que nadie sea «mi gente».

Y esto te hace sentir tan liada.

No sé ni siquiera cómo ponerlo en palabras la mayoría de veces para explicarlo a otros.

Últimamente, experimento la disonancia racial y étnica creada por mi adopción cada día de mi vida. Pero es una lucha tan silenciosa, aislada, porque nadie parece ver mi adopción. Y a estos se le añade la paradoja de que realmente no quiero que los otros sepan que soy adoptada y a la vez, quiero que todo el mundo lo sepa.

Esta es sólo una de las cosas que me recuerda cada día el hecho de que soy adoptada – y toda la pérdida, y división, y dolor que acompaña a ser una adoptada transracial. Y ahora, que tengo un hijo y una niña que nacerá en verano, las repercusiones generalizadas y la disonancia de ser adoptada sólo se vuelven más destacadas, conmovedoras e innegables.

Cuando era pequeña, era fácil ser inocente hacia la manera en la que el mundo americano me miraba. Era fácil ser ajena a la pérdida, el dolor, la dura realidad de cómo la adopción afectaba a mi vida.

Pero como adulta no puedo escapar – ni un solo momento.

Para los que entendáis el inglés, muy interesante también esta escena del film «Adopted» en el que una adoptada asiática adulta se sincera sobre cómo se sentía de niña al ser distinta, al no encajar. Desde el punto de vista de madre, quizás lo que más duele es ver la distinta percepción que ambas tenías de esa realidad, cómo la madre estaba convencida de que la niña encajaba, cómo nunca supo lo mucho que deseaba ser blanca. Cómo nunca le habló de ello.

Comentarios en: "Ey, mami, no ven tu chiquilla, ven una mujer asiática" (33)

  1. Conmovedor. Esta realidad la he presentido desde hace años y ahora la leo contada por quien la vive. Y la veo en mi hija a diario. Se que no encaja. Lo sé. Pero ¿COMO PODEMOS AYUDAR? darle instrumentos para que afronten esta realidad,. ¡Vaya ambigüedad¡ estoy harta de esta respuesta … ¿QUE instrumentos son esos? No puedo dar lo que no tengo.

    • Lo mismo me pregunto yo: este blog es una inmensa pregunta.

      Sí intuyo que una herramienta importante es que haya en su entorno, y desde que son pequeños, personas que se parecen a ellos, con los que puedan identificarse de una manera distinta a cómo se identifican con nosotros.

  2. Gracias por esta mágnifica entrada,reveladora de cosas que podemos intuir,pero para las que es necesario prepararnos con nuestros hijos,no obstante incluso cuando no me planteaba muchas cuestiones aún y vivia en cierto modo egoistamente la maternidad saciada,ya empezaba a darme cuenta de esa forma de ser nuestros hijos «plátanos».Emotiva y real entrads,muchas gracias.

    • Yo tengo que reconocer que muchas cosas me las encontré después. Antes de la adopción, pensaba en el racismo, en que pudieran excluirlos, insultarlos… pero no en su encaje o en posibles dificultades para asumir su identidad. Desde luego, fui muy inocente.

  3. Muy clarificador. No me ha sorprendido y me gusta que estas revelaciones se difundan entre los padres adoptivos, por que me sigue dando la impresion, apesar del largo recorrido, que muy poco han aprendido las familias sobre sus hijos y la forma de sentirse
    ambas partes, los padres como padres de adopcion y los hijos como personas muyyyyyy…. diferentes a su entorno mayoritario.

    • Efectivamente, yo creo que muchos padres llegan a la adopción tan «peces» como íbamos nosotros, a pesar de que tengo la sensación de que hay más información al alcance, pero quizás antes ya la había y no la supe encontrar, o la deseché…

      Pero más grave me parece todavía que muchos padres que tienen a sus hijos en casa, conviven con ellos, con sus dificultades… sigan diciendo esto de «si yo no le doy importancia, ellos no se la darán»…

  4. Magnífico post, aunque me sobrepasa un poco (por no decir bastante, o incluso mucho). Creo que algo hago al intentar que mantenga su lengua de origen (cosa que permite que tenga contacto con personas originarias de su país). Pero si ya me preocupaba el tema orígenes + encaje en nuestro entorno cuando sea mayor, ahora me preocupa más. Y mi hija, por pura casualidad, es caucásica; no se parece en nada a mi, pero puede pasar un poco desapercibida (ahora que es una niña; ya veremos de mayor). Gracias madre por hacernos pensar y compartir para encontrar herramientas si las hay.

    • Yo creo que hay dos asuntos distintos: por un lado, gestionar los parecidos – o la falta de parecido, si la hay – con la familia adoptiva; esto se lo pueden encontrar igualmente niños adoptados transracialmente como niños adoptados que – por casualidad o porque así se buscó – comparten grupo racial con su familia adoptiva; y otra, distinta, encajar en una sociedad donde el color mayoritario – y dominante – es otro; crecer sin referentes de tu raza, y construir tu identidad sintiéndote blanco por dentro (porque «blancos» son tus referentes, tu cultura, tu idioma, tu familia… y por tanto y sobretodo, la forma cómo te trata el mundo cuando sales a la calle), y siendo negro, asiático – o lo que sea – por fuera. Esta disonancia sólo la van a vivir los niños no blancos y su manera de gestionar la identidad va a ser, creo, mucho más compleja.

      Sobre esto hace tiempo que tengo pensado escribir una entrada… le voy dando vueltas…

  5. Comparto contigo y con muchos de les lectores/as del blog la ingenuidad con la que me acequé a la adopción de mi hijo y con la que probablemente me enfrentó aún a muchos aspectos en nuestro día a día.
    Es por ese motivo que años después de haber realizado los cursos de formación y las entrevistas para obtener el CI me vienen a la cabeza muchos comentarios, advertencias y consejos de la psicóloga que en su momento, si bien no me pasaron desapercibidos ,no tomaron la magnitud que les corresponde.
    Al leer el post de hoy me he acordado de uno de esos «detalles» de las entreviestas. Tratando el tema del racismo le comentaba a la psicóloga que nuestro barrio es un barrio con un alto porcentaje de población inmigrande y que por tanto en el colegio, en el parque, estaría en contacto con niños de raza negra y de otras razas… Ella me dijo que eso era fantástico, que lo era para todos los niños en general, pero que no tenía que perder de vista que mihijo tampoco iba a ser igual a esos niños… Creo que tu entrada explica a la perfección lo que me estaba queriendo decir.

    • Yo también he entendido muchos comentarios, muchas advertencias – que entonces me parecieron exageradas – a posteriori.

      Efectivamente, no es lo mismo; pero estar cerca puede ayudar. Puede ayudarle a identificarse con ellos si lo necesita – a muchos adoptados transraciales les sucede – y puede ayudarle a empezar ahora a convivir con familias que son todas de su color, y por tanto, ser tratado como lo va a ser en el futuro, cuando vuestra presencia deje de blanquearle… no me parece poco.

  6. Yo soy de las que llego a la adopcion con mucha ilusion, pensando en que quizas podria encontrarse algo de racismo, pero que a estas alturas de la vida el racismo esta casi erradicado, (q ilusa), me paso igual que a marte, no pense en que el ser diferente a mi o a mi marido podria resultarle dificil para construir su identidad. Me hablaron de ello en los cursos del CI, pero creo que vas con tanta fuerza que piensas que esos detalles los vas a trabajar y asunto resuelto. La realidad es otra y te la encuentras cuando estas en casa, lo vi muy claro el dia que mi hijo de 5 años despues de dias buscando similitudes entre los dos ( el blanco de las palmas de las manos, el blanco de los ojos…) me solto: a ver si te pones un poco morena! Esta claro que el se ve diferente al resto y hace cosas que lo evidencian, y esta claro ahora con nosotros esta «blanqueado», lo que pasara el dia de mañana…., pero desde luego no estamos ciegos a esta realidad.

    • Efectivamente, yo recuerdo escucharlas y pensar «a mí no me pasará, yo lo haré mejor» (también cuando leía cosas sobre adopción que no me convencían, sobre dificultades de apego, cosas de este estilo). Después me pasaron todas las que me habían contado y bastantes más… En fin.

      Mi hijo no parece llevar mal ni ser negro ni no parecerse a mí, nunca ha querido ser blanco ni nada parecido… pero sí, ahora que empieza a volar solo, verbaliza que le molestan las preguntas, las miradas, los comentarios… que le hacen a veces las personas que no le conocen.

  7. un testimonio brutalmente honesto, desgarrador…buffff

  8. Mi hijo de momento tampoco parece darle importància a ser diferente a nosotros ni al resto de sus amigos, él es negro y está bien así… ni le da importáncia en positivo ni en negativo… es así y punto.
    Pero ayer justamente nos pasaron dos cosas… una es que fué discriminado por primera vez por ser negro (no viene al caso con el post) y otra que es que fuimos a un bautizo nigeriano, dónde la mayoría de gente era nigeriana por lo tanto, negros como él…peeeeeeeeero me dí cuenta que él no pintaba nada allí… que no se sentia cómodo, ni lo mencionó ni quiso irse, però se notaba… no sé explicarlo con palabras, però identifiqué muy muy bien al niño oreo que un día contabas tu.
    Por muchos referentes de su mismo color de piel que tengan, no creo que les evite sentirse como la nina asiática de tu post, ya que estoy pensando en la gente negra que me rodea y la que frecuenta mi hijo… y en realidad, lo único que les une sigue siendo el color de piel… ya que ellos sí que son africanos, por dentro y por fuera.
    Supongo que lo que falta es tiempo… que haya mucha más gente negra/asiàtica nacida aquí y que sean tan oreos como nuestros hijos. Aunque no sé si esto es ser demasiado optimista, ya que la historia de tu post es de estados unidos, país bastante más avanzado que el nuestro en este aspecto…¿se sentirà igual un negro adulto que hubiese sido adoptado por una família americana? en estados unidos la población negra es mucho más abundante…

    • Yo pienso que igual algún día sí buscan la manera de identificarse con esos negros nigerianos con los que ahora no sienten que tengan nada que ver. Es lo que cuenta Obama del libro «Sueños de mi padre», cuando después de toda una vida siendo un negro blanqueado por su familia, llega a la Universidad y es, simplemente, un negro. Al que nadie le ha enseñado a serlo. Que tiene que leer libros para saber «ser negro». Y que acaba identificándose con los afroamericanos descendientes de esclavos (aunque él era hijo de un inmigrante, nada que ver con esta parte de la historia americana), casándose con una afroamericana, etc… QUe ahora tenga este contacto con esa gente, le deja puertas abiertas.

      Por otra parte, también pienso que puede ser distinto si están con nosotros o si están solos. Mi hijo B. tuvo durante bastante tiempo una canguro dominicana, mestiza (pasaba por su madre, aunque era demasiado joven), y se movió bastante con su familia, sus hermanos, sus sobrinos… En ese entorno era uno más. Él se sentía cómodo allí, pero claro, no eran unos desconocidos a los que vas a ver un día: eran parte de su entorno. Y en ese entorno, era tratado como lo sería si su madre no fuera blanca, como lo será en el futuro.

      Yo no creo que la gente negra o asiática nacida aquí esté en la misma situación que nuestros hijos. Ellos tienen unos referentes de su raza en casa, tienen una historia compartida con sus padres, hermanos, primos…, tienen una relación directa con su cultura de origen, aunque también compartan la de acogida… y crecen sabiendo como es «ser negro».

      • si, con lo de que dentro de unos años quizá serà distinto, no me referia a que ellos serían distintos, sinó la gente que los vé desde fuera… vamos,..que ya no se les pida ser blancos o negros, sinó simplemente personas…

      • Te veo muy optimista… creo que la historia nos enseña que esto, raramente es así… por desgracia.

  9. Qué interesante conocer el punto de vista en primera persona y es cierto, la gente no ve igual a, por ejemplo, un chinito del bazar ó un chinito adoptado. Para mí es más clasismo que racismo.

    Por cierto, hoy me enteré de algo que me apeteció compartir contigo. Tengo una amiga cuyas tres primas son adoptadas. Su madre, soltera, adoptó a las dos mayores en India y a la pequeña en Etiopía. De las dos hindúes, una siempre ha querido volver a la india y la otra, que fue abandonada en un basurero dónde fue mordida por ratones, no quiere saber nada de sus orígenes. Me acuerdo cuando llegó la peque, el miedo que le daban los hombres con bigote… Pues esa peque, después de mucho buscar su mami, ¡acaba de encontrar a su hermano biológico en NY! La nena está loca de ilusión, porque se van a conocer.

    • Claro, pero la gente tampoco trata igual a un médico blanco que a uno negro… esto es racismo y no clasismo. Por desgracia, hay de las dos cosas… Nuestros hijos podrán (o no) escapar de la primera, pero nunca de la segunda.

      Me alegro del reencuentro con el hermano de Nueva York!!, seguro que será muy emocionante…

  10. Pues yo estoy igual que algunas. Entré con tanto ímpetu y tantas ganas en la adopción que pensaba que lo importante era evitar el racismo y dotar a mis hijas de sus mecanismos de defensa. No me planteé, no sé si por ignorancia, ingenuidad o qué, aspectos como los que cuentas en este post (que me ha gustado mucho a la par que me ha preocupado). Mi mayor (kazaja de rasgos asiáticos) busca parecidos conmigo, color de pelo, ojos etc.. que los hay, pero es evidente que también están las diferencias y no las menciona. A día de hoy no parece tener más preocupaciones, pero sí me dice que su hermana (adoptada en China) y ella se parecen «porque son hermanas». Está buscando su sitio y sólo tiene 5 años. No sé de que manera ayudarla y me aterra la adolescencia cuando se cuestione a sí misma, a nosotros y su adopción ( no porque nos rechace sino por lo que pueda sufrir ella). Me gustaría saber cómo hacer para que no se sintiera una «twinkie» o al menos que sufriera lo menos posible.

    • No sé si es posible evitar que se sientan «twinkies»… «oreos»… algo disociados… o lo que hay que aspirar es que asuman esta «disociación» lo mejor posible, que se queden con la riqueza que da estar en la zona transfronteriza. Me temo que van a ser ellos los que nos lo expliquen…

  11. Madre ya sabes que me gusta mucho tu blog. Cada vez que leo tus entradas, se me llena la cabeza de preguntas. Y es un placer leerte. Mientras leía esta entrada, se me vino a la cabeza mi amiga M. (española, rubia de ojos claros), su esposo es chino, y el aspecto físico de su hijo menor es 100% asiático. Ellos siempre han vivido en España, y más allá de que la gente le ha preguntado (delante del niño): ¿Dónde lo has comprado? ¿Cuánto te costó? ¿A qué edad lo adoptaste?, y que ella siempre tiene una respuesta para todo, incluso con mucho humor, hasta al niño le hace gracia, siempre me pregunté porqué habría él, cuando mayor, de dar explicaciones cada vez que un adulto (o menor) lo increpe con el «¿Chino por qué estás aquí y no en China?. Es un niño, y está protegido no solo por su madre, sino por su hermano, por sus abuelos y tíos. Pero la gente no ve un niño, ve un chino. Da igual que fuera coreano, vietnamita, japonés… la gente ve un chino.

    Entonces, ¿cómo se educa a una persona, para que vea personas y no «diferencias»?

    • Buena pregunta… yo cuando vemos a una persona asiática y mis hijos dicen «un chino», les digo… «o japonés, vietnamita, coreano, tailandés… no sabemos de dónde es»… No sé si esto les vacunará contra los prejuicios, contra el hablar sin pensar… pero no voy a dejar de hacerlo.

  12. Me gusta tu comentario sobre la zona fronteriza. Creo que eso tambien ayudara, el pensar que son distintos, especiales , porque tienen los dos mundos. Se que no tiene comparacion, pero yo soy vasca criada en andalucia y me gustaba la parte de ser distinta. Era la mas vasca en andalucia y cuando estaba con mi familia vasca era la mas andaluza. Creo que eso es lo que me hace ser como soy. Igual no esta de mas inculcarles algo de eso tambien, no?

    • Yo creo que hay un momento en el que queremos encajar, es inevitable, y entonces, todas las «rarezas» sobran. Pero también llega un momento, posterior, en el que nos damos cuenta de que son estas «rarezas» las que nos han hecho crecer, madurar, ser quiénes somos… y nos reconciliamos con ellas.

  13. Cuando mi hija me dice que quiere tener los ojos como yo, el pelo como yo y la nariz como yo… le contesto que soy yo quien quiere tener los ojos, la nariz y el pelo como ella! Qué sueño con despertarme un día como ella, y que es y será una mujer preciosa, segura de si misma y rodeada de amor! Creo que tenemos que darle la vuelta; ver y sentir de verdad lo bueno y lo bello que tiene su raza, trasmitirles mucha seguridad, una autoestima fuerte. Tengo dos hijos: uno biológico de 15, y mi hija china de 9. Os aseguro que a diario tengo que trabajar la autoestima con los dos, y veo el potencial de las grandes personas en que se están convirtiendo ambos. Para mi eso es lo que cuenta.

    • Sí… pero como dijo aquel niño a sus padres, ¡sé tú el diferente!…

      • Pero si todos somos diferentes!! Mi hijo es diferente de los demás: lee libros, toca el piano y habla con pensamientos de un chico de 25 (le cuesta encontrar amigos de su edad), y tiene que lidiar con ello. Ambos tienen que aceptarse a si mismos y nosortros aceptarlos como son. Si les reconocemos su grandeza y dignidad por lo que son, les dará igual como los vean los demás! Lo importante es como se ven a si mismos, que es de lo que va este artículo!

      • Sí, todos somos diferentes. Yo también les intento transmitir esto («somos una familia diferente. ¿Diferente a qué? Diferentes de algunas y parecidas a otras»). Pero ellos son más diferentes. Llaman más la atención, y están más en riesgo (de sufrir racismo, por ejemplo, de ser víctimas de estereotipos) que los demás. Con el handicap añadido de que no les preparamos, no les educamos para ello, como sí les sucedería en una familia donde la gente tuviera sus mismos rasgos físicos.

        Y por otra parte, también son diferentes al resto de su familia. Nosotros somos distintos a nuestros hijos, pero nos podemos reconocer, de una manera u otra, en padres, hermanos, abuelos, primos, tíos… ellos muchas veces se miran al espejo y se sienten muy solos… No tienen referentes que les hagan intuir cómo serán de mayores, por ejemplo. No saben qué enfermedades les puede deparar la genética… No son diferencias menores.

        A nadie le da igual cómo nos ven los demás. La manera en qué nos vemos a nosotros mismos tiene mucho que ver con cómo nos ven los demás. Con cómo nos tratan. Porque una cosa está ligada a la otra.

  14. Estoy totalmente de acuerdo. Esto es un trabajo diario desde el punto de vista emocional, de ellos y nuestro!

  15. En tierra de nadie, si…..

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