familia monoparental, diversidad familiar y adopción

El viernes cayó en mis manos «El lenguaje de las flores«, de Vanessa Diffenbaugh. No conocía a la autora (es una ópera prima), y el título del libro no me pareció especialmente inspirado, pero la colección a la  que pertenece me gusta… y el argumento de la contraportada me atrapó enseguida.

A los dieciocho años, tras una vida entrando y saliendo de numerosos hogares de acogida y pisos tutelados, Victoria Jones está obligada a emanciparse por ley. Se ha convertido en una joven introvertida y arisca, y sólo en su enfermiza pasión por las flores se vislumbra un camino de salvación. Finalmente, tras encontrar trabajo en una floristería, se cruza con un joven a quien conoció diez años antes, durante la época en que vivió en casa de Elizabeth, una madre de acogida que le enseñó el discreto y fascinante lenguaje victoriano de las flores. El misterioso joven conoce un secreto que atormenta a Victoria, aunque sólo ella puede arreglar cuentas con el pasado. Así, Victoria, que es capaz de expresar los sentimientos de los clientes con hermosos ramos, deberá aprender a interpretar sus propias emociones, la única manera de deshacerse del enorme peso que arrastra desde niña y que le impide encontrar la felicidad.

El libro relata en paralelo dos momentos de la historia de Victoria: cuando, a los 18 años, se ve obligada a abandonar el piso tutelado en el que vive y tiene que construirse una vida sin nada: sin ahorros, sin oficio, sin cojín familiar, sin relaciones, sin amigos, sin esperanza; y cuando, a los 9, después de pasar por 32 hogares distintos, fue acogida por Elizabeth, la única persona que le ha querido.

Es impresionante cómo retrata la novela el comportamiento de una criatura herida por la vida, tan herida que es incapaz de creer en los vínculos, tan herida que boicotea todos los vínculos posibles. Cómo explica el dolor, el miedo, la angustia, la desesperanza, que hay tras sus comportamientos, que muchos podemos identificar con algunos de los comportamientos de nuestros hijos. Cómo explica que la única respuesta posible, de los padres, es la incondicionalidad: Yo te voy a querer, yo te voy a conservar, le dice Elizabeth a Victoria.

Y cómo a veces, ni siquiera esto es suficiente.

O sí. Pero no puedo contar más porque estropearía el libro a los que quieran leerlo.

La familia Diffenbaugh: (de izquierda a derecha) PK Diffenbaugh (su marido), Donavan Ford, Chela Diffenbaugh, Vanessa Diffenbaugh, Tre’von Lyle, Sharon Higgins, and Miles Diffenbaugh

Si queréis conocer algo más de Vanessa Diffenbaugh, madre de acogida y buena conocedora del sistema, y que tiene esta familia tan colorida, podéis leer esta entrevista.

Comentarios en: "El lenguaje de las flores" (9)

  1. Ups. Me encanta. Lo anoto entre los pendientes. Gracias por compartirlo.

  2. Me ha encantado la entrevista. Por cierto, también el centrro de acogida de menores en Valencia funciona a lo «felices 18, te hemos comprado una maleta y un saco de dormir». Parece increíble, pero no lo es. Además, que no hay ningun plan para estos chicos/as, sino que directamente se van a la calle. Por cierto, ya tengo libro para estas Pascuas, Gracias!

    • Tremendo. A una edad en la que la mayoría de familias consideran a sus hijos niños, en la que la mayoría de chicos y chicas no trabajan ni ganan dinero, en la que se les considera (casi) incompetentes para tomar decisiones importantes… Hay chavales que tienen que buscarse la vida en el mundo exterior sin ningún tipo de preparación ni de red.

      • Luego nos hacemos los sorprendidos cuando el porcentaje de chavales que han pasado por centros de adopción que acaban en la cárcel es alto. Pues sin recursos, tú me dirás que hacen. Una carrera no, desde luego.

  3. Misbarbiesnegras dijo:

    Yo me enteré de como funcionaba en una presentación de acción social de mi empresa, que subvenciona a una asociación que trabaja en los centros de acogida para enseñarles a chicos de 16 años como buscarse la vida, desde hacer un currículum a como buscar piso y cocinar, porque al vivir institucionalizados, las cosas básicas del mundo «exterior» no las controlan y a los 18 el estado les pone con la maleta en la calle y un listado con ONGs que pueden ayudarles como esta, con pisos de acogida para mayores de 18 años y ayuda para sobrevivir. De hecho la presentación que hizo la voluntaria nos preguntaba cuantos nos habíamos independizado a los 18, alguien levantó la mano y después cuantos nos independizamos a los 18 sin ninguna ayuda de la familia o amigos y el resultado era cero.
    Me impactó mucho.

  4. He empezado el libro y no puedo dejar de leer. Estoy totalmente enganchada. Muchas gracias por la recomendación

  5. .Acabo de terminar de leerlo… es cierto, hace sufrir. Como hija adoptiva impacta además cómo relata la protagonista las emociones que le provocan su propia maternidad. Desde ese lugar me hizo pensar qué habrá sentido mi madre biológica. Para reflexionar!

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